Iñaki URDANIBIA
NARRATIVA

Deviniendo Levinas

Emmanuel Levinas (1906-1995) tuvo una existencia ajetreada, transitando por geografías, y también por lenguas, varias. Nacido en Lituania, vivió la revolución de octubre en Ucrania y seis años después se trasladó a Estrasburgo, donde trabó una amistad, que resultó estrecha y de por vida, con Maurice Blanchot, siguió más tarde, en Friburgo, los cursos de Husserl y de Heidegger, quienes marcaron su obra filosófica. Nacionalizado francés, fue llamado a filas en 1939 y, hecho prisionero, pasó cinco años de cautividad en Fallingsbotel en el stalag XIB; protegido, no obstante, por el uniforme francés que le evitó la violencia antisemita, mientras su mujer y su hija fueron acogidos por Blanchot. Al salir del encierro se enteraría del asesinato de toda su familia en Kaunas, su localidad natal.

No desaprovechó el tiempo Levinas, y continuó, en el encierro, con su formación: lecturas filosóficas (Hegel y los ilustrados), literarias (sobre todo, Marcel Proust) y hasta escribió una de sus primeras obras: «De la existencia al existente». Como señalase por activa y por pasiva, esta experiencia (la Shoa), le iba a marcar todo su pensar y su escribir; la horrible máquina de destrozar vidas, habiendo perdido el ser humano todo valor, le va a impulsar a centrar su quehacer en subrayar la importancia de los otros, y de su rostro, destacando la importancia de la subjetividad frente a la frialdad del Ser heideggeriano, lo cual otorgaría una impronta, y hasta una primacía, indudablemente ética a su filosofía.

Esta filosofía, alimentándose del griego y el hebreo, que iba a avanzar entre la estima de sí (vivir bien / yo), la solicitud (con los otros / tú) y apuntando a la justicia (en las instituciones justas / ellos), no alcanzaría notoriedad hasta los ochenta gracias a los Miguel Abensour, Jacques Derrida, Jean-François Lyotard, Jean-Luc Nancy, Edmond Jabés, Maurice Blanchot, etc. En los textos que ahora se presentan pueden verse sus primeros pinitos en el campo de la escritura. En ellos se ven las notas sobre al cautiverio que fue escribiendo sur place, en las que se pueden conocer sus impresiones sobre la condición de los prisioneros, su sufrimiento y al proceso de deshumanización al que eran sometidos desde la inicial selección que se daba a la llegada a aquel infecto lugar; textos que rezuman voluntad de estilo y un inequívoco pudor a la hora de referirse a quienes sin lugar a dudas sufrían mayores atropellos que él, «¿cuál es el estatus de un sujeto mutilado, maltratado, matado por la historia, de un hombre cuya humanidad ha sido desmentida?». También se recogen una pluralidad de notas filosóficas, escritas en 1950, que preparaban el camino a la trayectoria fenomenológica que seguiría el pensador, a la vena ética que sería el eje de su ontología, al tiempo que se observan los intentos de escribir literatura por parte del indeciso ser que todavía no había optado de forma definitiva por la dedicación filosófica. Eran tiempos en los que todavía no era reconocido a nivel académico y en tales ámbitos estaba reducido a la ausencia; su trabajo no cesaba no obstante y sus conferencias en el Collège de Philosophie dirigido por Jean Wahl, eran preparadas con minucia como puede observarse en sus reflexiones sobre la metáfora. Más tarde vendrían Poitiers, Nanterre y La Sorbona.

El ya señalado «nomadismo» (geográfico, laboral) y la diseminación de sus temas (ética, metafísica, estética...) junto a la dispersión de sus intervenciones (entrevistas, artículos...), hacen necesaria esta publicación de estas obras completas que hace tiempo se inició de Pirineos arriba, colaborando Grasset y el IMEC, y que ahora acaban de sacar a la luz su tercera entrega («Éros, Littérature et Philosophie: essais romanesques et poétiques, notes philosophiques sur le thème d´éros»), que muestra la tentación literaria del futuro filósofo de la alteridad.