Arantxa MANTEROLA
BAIONA

Sin daños mayores pero manteniendo el recelo por el próximo embate

Las aguas bajaban bravas ayer por la mañana en la confluencia del Aturri con el Errobi, pero nada que ver con la fuerza desbocada de los últimos días. Afortunadamente, las alarmantes previsiones para el fin de semana no se cumplieron del todo. En general, en Baiona, ça va!

Las calles adyacentes a las márgenes de los dos ríos que cruzan la capital labortana no presentaban ayer un aspecto muy diferente al de un lunes cualquiera de invierno. Si acaso, el de los accesos de comercios y casas, que todavía aparecían parapetados con plásticos y sacos que revelaban las precauciones tomadas desde prácticamente tres días antes ante la amenaza de desbordamientos y consiguientes inundaciones.

Algunos vecinos se afanaban en recoger los sacos que bloqueaban sus portales. Lo hacían, además, con bastante humor, prueba de que no habían sufrido daños mayores, como el matrimonio del número 28 del muelle Galuperie que, entre risas, arrastraba y ponía a buen recaudo los sacos «por si acaso», en previsión del final de esta serie de temporales que se espera para mañana.

El agua sí llegó a entrar en varios locales de las callejuelas más próximas al Errobi pero, en bastantes casos, eso ocurrió por capilaridad. Así lo aseguró un trabajador del restaurante La Grange, cuyo almacén de la calle Coursic evidenciaba la presencia de agua a una altura de unos 25 centímetros. «Esta mañana hemos visto la marca en las paredes pero ha entrado por la rejilla del alcantarillado y se ha debido ir por el mismo sitio», explicó. En la delegación de LAB, situada en la misma calle, hablaban de un pequeño charco en la entrada.

El cartero que repartía el correo en Baiona Ttipia corroboró la ausencia de estragos mayores: «La panadería de la calle Pannecau ha tenido 30 centímetros de agua pero también ha sido por capilaridad». Mientras, los restaurantes de las laderas comenzaban el servicio de comidas con total normalidad.

Hotel desalojado

Quien sí sufrió directamente el embate fluvial del Aturri, en la margen derecha, fue el hotel Loustau del barrio Santo Espíritu. Ya desde la noche del jueves, sus dependencias más bajas, donde se encuentran las instalaciones técnicas y eléctricas, se vieron anegadas. «Nos quedamos sin ascensor ni calefacción y durante dos noches hemos tenido que desalojar a los clientes. Mi compañero que trabaja de noche desde hace diez años dijo que nunca había visto nada igual. Hemos sufrido daños en los salones de reuniones, en instalaciones y en el almacén de alimentos pero, afortunadamente, solo han sido pérdidas materiales», refirió la encargada de la recepción.