Gotzon ARANBURU
VISITA A LAS OBRAS DEL CENTRO DE CULTURA CONTEMPORÁNEA

Tabakalera, fase beta activada

«¿Cómo irán las obras de Tabakalera?» se puede preguntar uno y, a continuación, busca «Donostia» en Google Maps. Si coloca el cursor sobre el edificio y aplica la lupa, se llevará una decepción, pues el progreso parece nulo. Pero es problema de Google, no del equipo que impulsa el Centro Internacional de Cultura Contemporánea, pues la realidad es que tanto físicamente (edificio) como de actividad (programación) Tabakalera ha cogido carrerilla y ya está haciendo el rodaje, con la vista puesta en la apertura del centro a mediados del año que viene.

Tabakalera tendrá continente y contenido. El continente es el enorme edificio -37.000 metros cuadrados- del barrio de Egia, contiguo a la estación de ferrocarril, que en su día albergó la fábrica de tabacos de la capital guipuzcoana. Lo visitamos, en una mañana especialmente desapacible, con el Cantábrico descargando su furia sobre Donostia, de la mano de la arquitecta Amaya El Busto. El edificio, sólido y de factura clásica, cuenta con cuatro grandes patios, en torno a los cuales se conforman los distintos habitáculos.

Aunque el temporal que se abate sobre la ciudad hace que caminemos con el agua hasta los tobillos, la arquitecta ya «ve» Tabakalera terminada y en funcionamiento: «Este es el cine», señala, o «estamos atravesando el auditorio». Al visitante le cuesta visualizarlo, pero es verdad que uno de los patios ya está cubierto con la estructura de una bóveda transparente, que se alzan muchos pilares nuevos, y que los distintos pisos ya están reforzados con enormes vigas metálicas.

También vemos el ascensor que discurrirá del sótano a la terraza, y albañiles y soldadores completan la estructura de acero que coronará el edificio y albergará un restaurante con vistas a la ciudad.

La plaza polivalente será el espacio abierto al público de mayor superficie. La sala de exposiciones propia de Tabakalera -habrá otra de Kutxa- contará con trescientos metros cuadrados, sin pilares, y con una altura de cinco metros y medio. Pasamos al auditorio polivalente, en la parte sur del edificio, que en sus casi doscientos metros cuadrados podrá acoger proyecciones, eventos musicales, escénicos... Sin embargo, el cine, con sus 240 butacas, se dedicará exclusivamente al séptimo arte, bien sea de la mano de la Filmoteca Vasca, el Festival Internacional de Cine de Donostia o ciclos propios de Tabakalera.

Como curiosidad, todo el cableado del edificio va a quedar a la vista porque, como explica El Busto, ello facilitará mucho la detección y reparación de cualquier avería que pueda darse. No hay que olvidar que hablamos de muchos cientos de metros de cables que recorrerán el edificio por doquier: «La planta del sótano tendrá 8.000 metros cuadrados útiles, que van disminuyendo a medida que subimos. Este tercer piso en que nos encontramos cuenta con casi 5.000 metros», indica mientras abordamos las escaleras que nos llevarán a la cuarta y última planta, de nueva creación.

El esqueleto del gran cubo metálico que culminará Tabakalera ya está completado, pero todavía no está cerrado con las paredes acristaladas previstas, y el viento procedente del mar azota la expuesta terraza. El cubo acogerá un restaurante de 600 metros cuadrados, y otros tantos serán de acceso libre, con vistas al centro de la capital guipuzcoana.

El público accederá al edificio por la cara norte del edificio, mientras que la fachada opuesta acogerá el muelle de carga al que llegarán los materiales necesarios para que el Centro Internacional de Cultura Contemporánea desarrolle su labor a partir de 2015. Por ahora los plazos previstos se están cumpliendo y todo indica que las obras finalizarán en la fecha anunciada.

Algo se cuece en Sukaldea

Pero, naturalmente, toda esta infraestructura física no constituye sino el soporte para el trabajo creativo que es la razón de ser de Tabakalera. Y Tabakalera, aunque no en este edificio que hemos visitado, ya está funcionando. Lo hace en Sukaldea, un local ubicado en los bajos de la cercana torre de Atotxa; la elección del nombre no es baladí, pues en esta cocina se están preparando ya los platos culturales que se servirán a partir del año que viene en el centro de cultura contemporánea. De hecho, y por seguir con la metáfora culinaria, los primeros pintxos ya han llegado a la barra y están siendo degustados con fruición.

Como nos explica Ane Rodriguez, directora de Tabakalera desde otoño del 2012, este 2014 es un año de transición para el centro, y ya ha llegado la hora de poner en marcha los programas, iniciativas, talleres, que tendrán acogida en la remozada fábrica de tabacos, si bien a una escala más pequeña, la escala de Sukaldea. Este mes de febrero se desarrollarán, por ejemplo, los talleres «Liburutegi aregoatua - Biblioteca aumentada» y «Kamerarik gabeko zinemara gerturatzea - Una aproximación al cine sin cámara», las proyecciones del ciclo «Zine independientearen zirkuitoa», o la presentación del proyecto «Euskal bideojokoen historia minimapa», que consiste en la creación de un mapa de los videojuegos creados en Euskal Herria.

Un laboratorio de ideas

Además, la dirección de Tabakalera trabaja con el resto de agentes culturales que tendrán sitio en el futuro centro de cultura contemporánea -por ahora la Filmoteca Vasca, Kutxa Fundazioa, Etxepare Institutua y Zinemaldia- en preparar la puesta en marcha ordenada y gradual del nuevo centro hacia junio de 2015. Lo que ya está en marcha en este «fase beta» es la colaboración de Tabakalera con la oficina de la capitalidad europea de Donostia 2016 en Hirikilabs, un laboratorio de ideas con sede física en la antigua base de bomberos de la capital guipuzcoana -convertida ahora en la sede central de Donostia 2016-, que activa justamente este mes varios grupos de trabajo en torno a la cultura libre, los nuevos artesanos del hardware y del bit y los aprendizajes. Todos ellos crecerán, al igual que los proyectos de la incubadora Sukaldea, en la definitiva Tabakalera.

Ane Rodriguez subraya que el nuevo centro de cultura contemporánea no estará destinado solamente a creadores, pensadores y artistas, aunque es cierto que tratará de ofrecer a estos las mejores condiciones para que lleven a cabo su trabajo, sino también al público en general, del que además de consumir los productos culturales surgidos de los primeros se pretende que «traiga a la tierra las líneas de pensamiento que surgirán de nuestros laboratorios» en palabras de la directora hernaniarra.