JOSU MONTERO
ESCRITOR Y CRÍTICO

Gelman

Siempre atacando a la realidad atacado / siempre por ella de buenas y / malas maneras quien / esto escribe ha pasado sus días // nadie sabe si lo han derrotado pero / es seguro que no consiguieron / hacerle sentir miedo / por la belleza de este mundo». La palabra está «harta de mentiras», escribió Juan Gelman. Decir dolor, amor, utopía, esperanza, justicia es nada; todo hoy se confabula para malbaratar y devaluar el lenguaje. Por eso el arduo trabajo del poeta no consiste sino en hallar esos milagros expresivos que logren decir. Para encontrar la palabra justa, Gelman sabía que es necesario forzar el léxico, la sintaxis; es preciso desautomatizar el lenguaje, sacarlo de madre, hacer estallar sus costuras, saltarse los límites establecidos por el férreo orden gramatical. La rebelión del poeta no es sino la insubordinación frente al lenguaje. La feroz necesidad expresiva de Gelman le conduce a ese forcejeo suyo, cuerpo a cuerpo, con las palabras. Su lucha desde el P.C. Argentino y desde Montoneros, su condena a muerte, su exilio, la desaparición y asesinato de su hijo y de su nuera embarazada, el secuestro de su nieta, su incansable búsqueda hasta hallarla 23 años después. Su poesía está preñada de mucho de ese horror. No obstante tiene muy claro que poesía y política pertenecen a planos completamente diferentes, pero también que «toda poesía es hostil al capitalismo». Su desgarro personal es el desgarro de su lenguaje; su áspera poesía conmociona porque consigue el raro milagro de decir aquello para lo que ya no tenemos palabras. «Vergüenza sí que tuvo y rabia por / las pobrezas las humillaciones aunque / fueran ajenas y supiera o creyera / que todo eso acabaría alguna vez / fue espléndido en cierto sentido pero / no es eso lo que quiso dejar como herencia / sino sus noches sin dormir / bajo el capitalismo». Es lo que siempre nos quedará de Gelman.