Alberto PRADILLA
Desde el Congreso

El PP se toma el adelanto como un problema de Estado

La posible moción de censura del PSN a Yolanda Barcina provocó la reacción en tromba del Gobierno español y el PP. No hablaron de corrupción, sino que apelaron a la cuestión de Estado que «trasciende al ámbito navarro» instando al secretario general de Ferraz, Alfredo Pérez Rubalcaba, a «poner orden».

«Navarra es estratégica para España. ETA ha tenido como objetivo la anexión de Navarra, el ámbito vasco de decisión. Lo que sea poner en cuestión o en riesgo la singularidad de Navarra es, de alguna manera, contribuir al objetivo que buscaba ETA». Las palabras del ministro del Interior español, Jorge Fernández Díaz, resumían la reacción en Madrid hacia la posibilidad de que la corrupción termine forzando el cambio político en Nafarroa. «Me preocupa que una moción de censura apoyada en Bildu pudiera dar a lugar a unas consecuencias no deseadas para nadie», insistió el jefe de Policía y Guardia Civil, que emplazó a Ferraz a amarrar a su sucursal navarra como ya hizo en el célebre «agostazo» de 2007.

No fue el único miembro del gabinete que habló. También Alberto Ruiz Gallardón apuntó a la misma senda (previamente marcada por diarios como «El Mundo» o «Público»), considerando que «el mayor error político es ir con Bildu».

El PP desplegó su artillería. Alfonso Alonso, portavoz en el Congreso, reconoció que «esto excede el ámbito navarro y que, por tanto, el PSOE tiene que poner orden». Frente a la indignación instalada en Nafarroa ante la sucesión de escándalos, «Bildu» era la palabra más pronunciada en los pasillos de la Cámara Baja. Un contexto aprovechado por Carlos Salvador, diputado de UPN, que llegó a lanzar la tesis de que la preocupación está en que Nafarroa «va a salir de la crisis».

El PSOE, por su parte, intentaba capear el temporal con un discurso ambiguo. El más claro, Eduardo Madina, quien apeló a la posibilidad de «abrir un nuevo tiempo». Por ahora, Rubalcaba mantiene el silencio en público.