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Las milicias «antibalaka» de la RCA advierten contra cualquier ataque

Las milicias «antibalaka» advirtieron ayer contra cualquier ataque, al día siguiente de que la presidenta de la República Centroafricana (RCA) anunciara «una guerra» contra estos grupos que atacan a la población musulmana y de que el ministro francés de Defensa, Jean Yves Le Drian exigiera su desarme «por la fuerza si es necesario».

«Declarar la guerra a los antibalaka es declarar la guerra a la población centroafricana», alertó su «jefe de Estado Mayor», Richard Bejouane. «Estamos dispuestos a acuertelarnos» añadió, y dijo contar con hasta 52.000 miembros.

Patrice Edouard Ngaissona, que a comienzos de semana se presentó como el «coordinador político» de los «antibalaka», cifró en 70.000 el número de combatientes, de ellos la mitad en Bangui. Las autoridades militares ponen en duda estas cifras y la misma existencia de una coordinación política.

El comandante del contigente francés desplegado en la RCA, Francisco Soriano, descartó su acuartelamiento porque «sería darles una legitimidad que no tienen, sería darles la posibilidad de convertirse en una fuerza que no son al servicio de oscuros objetivos».

Las milicias «antibalaka» (antimachete) son una miriada de grupos formados en un inicio por crisitanos en el oeste de la RCA para defenderse de los ataques de los combatientes mayoritariamente musulmanes de la coalición Seleka, que derrocó al presidente François Bozizé en marzo de 2013 y lo sustituyó por Michel Djotodia.

Después de haber sufrido durante meses extorsiones violaciones y muertes, a manos de los Seleka, algunos tomaron las armas -fusiles de asalto artesanales, arcos y flechas o machetes- para defenderse. A ellos se sumaron antiguos soldados de Bozizé, con fusiles de asalto, lanza-cohetes y morteros.

Limpieza étnica

Tras una espiral de venganzas y represalias, en unos meses se han converido en una nebulosas que ataca a la población musulmana y ha provocado el éxodo de poblaciones enteras hacia el norte. Amnesty International lo ha descrito como una «limpieza étnica». El Ejército francés los considera ahora «el principal enemigo de la paz».

El arzobispo de Bangui, Dieudonné Nzapalainga, denunció que actúan movidos por sed de poder, «no para defender su fe» y denunció a los «turbios políticos» que manipulan a los jóvenes.