Ramón SOLA
NUEVO IMPULSO HACIA LA RESOLUCIÓN DEL CONFLICTO

Una imagen muy potente que no se vio en Irlanda

Los procesos de resolución generalmente incluyen desarmes y decomisos, pero rara vez ofrecen imágenes, lo que da más impacto al vídeo de ETA y la CIV. En Irlanda el desarme también gozó de supervisión internacional de alto nivel, pero no hubo una foto así.

El conflicto irlandés es, por múltiples y conocidas razones, el más similar al vasco. Y su proceso de desarme da fe de la complejidad de la tarea que ahora emprende ETA. De hecho, pasaron trece años desde la creación de la Comisión Internacional Independiente de Decomiso (IICD, por sus siglas en inglés) hasta que dio por terminada su labor: desde 1997, cuando todavía ni existía el Acuerdo de Viernes Santo, hasta 2010, cuando se dio por extinguida la legislación en la que se basaba. Sirvió hasta sus últimos días, en los que confirmó el desarme de organizaciones de ambos bandos (INLA e IRA Oficial, por uno; Brigada del Sur de Antrim, escindido de la UDA, por otro).

El IRA había culminado el desmantelamiento de su arsenal en setiembre de 2005. Lo hizo, por tanto, siete años después del acuerdo clave en el proceso de paz, en el que la cuestión solo tuvo un apunte genérico. En Stormont los diferentes partidos simplemente remarcaron su compromiso con el «desarme total» de todas las organizaciones y grupos armados.

Destaca el hecho de que en todo este proceso no hubo una sola imagen, lo que da más realce y credibilidad a la grabación del acuerdo entre ETA y la CIV conocida ayer. El IRA siempre se mostró reacio a tal cosa, temiendo que pudiera ser tergiversada por sus adversarios para presentar el desarme como una rendición.

Este déficit debió suplirse con procedimientos que hicieran el proceso creíble para ambas partes. Así, en el acto final del desarme del IRA ejercieron de fedatarios dos sacerdotes muy referenciales para las dos comunidades enfrentadas: Harold Good, por la parte protestante o británica, y el recientemente fallecido Alec Reid, por la católica y republicana. Lo más parecido a una foto de aquel momento histórico es el relato que ambos hicieron tiempo después. En una visita a Euskal Herria el pasado año, Good evocaba el momento como «increíble. Cuando el último joven, con ropa militar, entregó la última pistola, se hizo un silencio y Reid me dijo `ya está'. Lo recordaré para siempre».

Tampoco existió en este proceso un listado público del armamento entregado, ni por el IRA ni por las organizaciones paramilitares que posteriormente también fueron entregando sus armas: UVF en 2009, UDA en 2010... El proceso fue largo y azaroso: por ejemplo, el INLA pensó en destruir sus armas sin entregarlas a la Comisión Internacional, pero finalmente llegó a la conclusión de que «no se nos creería». Entre los testigos de su última entrega de arsenal estaba precisamente Ram Manikkalingam.

En todo el tránsito fueron incesantes las muestras de desconfianza de Ian Paisley, líder del sector unionista más obstruccionista. Se escudaba en la inexistencia de pruebas gráficas o de datos públicos exhaustivos.

Ramaphosa y Ahtisaari, inspectores

La noticia de ayer marca, por tanto, una clara diferencia entre ambos procesos. En el otro lado de la moneda, las semejanzas, emerge la iniciativa internacional. Los «verificadores» del desarme irlandés también se organizaron como comisión internacional formada por expertos cualificados. Su auspiciador principal fue Bill Clinton, presidente de Estados Unidos en la fase clave del proceso de paz. A la cabeza se situó el general canadiense John de Chastelain, que había sido jefe de Estado de la Defensa de Canadá y embajador de su país en Estados Unidos.

En sus memorias políticas, Gerry Adams, líder de Sinn Féin, indica que la efectividad de este grupo le sorprendió desde el primer contacto, allá por 1997: «Me impresionaron la rapidez y la urgencia con que abordaron la tarea. Se trataba de personas muy ocupadas llegadas de diversas partes del mundo y en cuatro días frenéticos recibieron a más representantes políticos y admitieron más informes que el Gobierno británico en los dieciséis meses anteriores».

Los miembros de la IICD que operó en Irlanda tenían un currículum y un perfil menores que los que forman el CIV. De Chastelain trabajó junto al brigadier finlandés Tauro Nieminen y el embajador estadounidense Donald C. Johnson, al que luego suplió su compatriota Andrew Sens. Más conocida e influyente era la figura de los dos líderes políticos que intervinieron desde el año 2000 en calidad de inspectores del proceso: el sudafricano Cyril Ramaphosa, hoy uno de los principales dirigentes de ANC, y el expresidente finlandés Martti Ahtisaari, que recibiría el Premio Nobel de la Paz en el año 2008.