Ramón SOLA
Pulso por la resolución del conflicto

«DDR no significa derrota, desprecio y rendición»

Las siglas DDR son muy usadas por los expertos en procesos de paz. Aluden a tres conceptos habitualmente ligados: Desarme, Desmovilización y Reinserción-Reintegración. Es una definición apoyada por la ONU, desarrollada en programas concretos y apoyada en unos estándares exactamente contrarios a la actuación de Madrid y París en este caso.

En una de las sesiones del Foro Social celebrado hace ahora un año, el finlandés Aaro Suonio, facilitador en el proceso irlandés, sostenía que «no creo que exista un gobierno al que no le pueda interesar que no existan armas ilegales en su sociedad». Una de las prioridades habituales de los procesos de desarme en el mundo, que responden normalmente a unos mismos estándares establecidos, es evitar que «acaben en manos de criminales», explica Suorio. Sin embargo, viendo las trabas de Madrid y París al desarme de ETA quizás tenga que revisar su impresión sobre el interés de ciertos gobiernos.

La cuestión del desarme tiene una teoría y una práctica avanzadas en el ámbito internacional, con los programas de la ONU como exponente más claro pero también con otras expresiones como el proceso irlandés, que fue monitorizado por una comisión internacional independiente equiparable a la CIV del caso vasco. La diferencia estriba en la voluntad de los gobiernos. El mismo Suonio, que este próximo sábado intervendrá también en el foro de Baiona, destaca que en el proceso irlandés «funcionarios de los gobiernos de Londres y Dublín también trabajaron sin cesar, aunque apenas se haya hablado de ellos».

Los expertos en el asunto y los manuales al uso prefieren ampliar el foco y hablar de DDR, tres siglas que se refieren a Desarme, Desmovilización y Reinserción-Reintegración de las personas combatientes. Habitualmente las tres cosas van unidas, aunque no siempre (en el caso de Irlanda el desarme fue posterior a las excarcelaciones y el retorno de los huidos, y en el caso vasco por el momento parece ocurrir lo contrario). La ONU explica en sus documentos oficiales que «el objetivo de los procesos de desarme, desmovilización y reintegración es contribuir a la seguridad y a la estabilidad de los entornos, después de los conflictos, para que pueda dar comienzo la recuperación y el desarrollo. De ese modo se ayuda además a crear un entorno propicio para que se den procesos políticos y pacíficos».

¿Es eso lo que quiere evitar el Gobierno del PP? Quizás. En otro análisis menos optimista que el de Suorio, Vicenç Fisas, de la Escola de Cultura de Pau catalana, expone que «algunos DDR han fracasado y han dado motivo a nuevas hostilidades, y ello por haber partido de un concepto falso; a saber, pensar que las siglas significaban Derrota, Desprecio y Rendición».

«Para tener éxito -sigue Fisas-, el DDR en ningún caso ha de significar claudicación, despolitización, demonización, marginación, soborno o, especialmente, humillación. Por el contrario, ha de ser un proceso de dignificación de las personas que intervienen en él, pues han dejado las armas de manera voluntaria y como resultado de una negociación, un acuerdo o un cese de hostilidades».

Seguridad, ritmos y cohesión

Un somero repaso de los estándares internacionales sobre la materia lleva a concluir que el Gobierno español y el francés están haciendo justo lo contrario de lo que se debe. Especialmente llamativo es el caso de París, dado que a tenor de los palabras del ministro de Interior, Manuel Valls, seguirá secundando la posición española aun cuando es muy posible que en este caso tenga una responsabilidad más directa si las armas y explosivos están en su territorio, como estiman los expertos policiales.

Junto a la necesidad de garantizar la seguridad, estos estándares inciden en que el tema debe abordarse «con sensibilidad», en palabras de Veronique Dudouet, de la fundación Berghof: «Muchas veces los combatientes mantienen sus armas solo por cuestiones de seguridad», apunta.

Para Dudouet, también resulta imprescindible regular bien los tiempos y preservar a toda costa «una cohesión organizativa durante este proceso que evite situaciones de nervios y caos». En las reuniones del Carlton, los verificadores lo dijeron con otras palabras: «Que ETA tenga una estructura de liderazgo ayuda al desarme». Una frase que también ha escandalizado a quienes insisten en dar otro sentido a las siglas DDR.