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Coyuntura financiera

Kutxabank es una caja de ahorros

Los autores del análisis consideran que, tras superar sus dos grandes problemas -exagerada expansión exterior de Kutxa y compra de Cajasur por BBK-, Kutxabank debe optar por configurarse como caja de ahorros o como cooperativa de crédito. Hay un grupo de interés económico y político muy concreto interesado en hacerse con una cuota sustancial de poder fáctico en Euskal Herria.

Somos conscientes de que ser directivo de una caja de ahorros en lugar de serlo de un banco parece que goza de un menor prestigio. Especialmente para los que desconocen -o quieren desconocer- el valor que una caja tiene capacidad de aportar al tejido social y al tejido productivo de un territorio. A pesar de ello, Kutxabank es una caja de ahorros. Y ello porque el único argumento en contrario es, digamos, «juridicista». Esto es, la distinción formal de la normativa española entre bancos y cajas. Pero por encima de esta distinción formal está la realidad de las cosas.

Y la realidad económica e institucional de Kutxabank es la que es. No es casualidad que, por ejemplo, en inglés se denomine a las cajas de ahorros savings banks. Como en francés se denomina a las cooperativas de crédito banques coopératives. Lo relevante a la hora de diferenciar las distintas modalidades de entidades de crédito no es que la legislación las denomine bancos o cajas. La realidad institucional de estas entidades es lo que realmente importa.

Y lo cierto es que Kutxabank es una entidad controlada por los colectivos que siempre han controlado nuestras cajas de ahorros: entidades públicas locales y -aunque sea de forma más indirecta- ahorradores y trabajadores. Todavía hoy, estos colectivos controlan el cien por cien de la titularidad de Kutxabank. Esto significa que, llamándose a sí misma como entienda oportuno llamarse, lo cierto es que Kutxabank sigue siendo una caja de ahorros. Más aún, el horizonte estratégico lógico para ella le acerca cada vez más al marco institucional de las cajas. Las razones son claras y están perfectamente reflejadas en la actual situación económica y patrimonial de Kutxabank.

Desde el punto de vista de su actividad y patrimonio, Kutxabank es una entidad financiera profundamente enraizada en Euskal Herria y con una cuota de mercado en nuestra comunidad autónoma cercana al 40%. Es cierto que, dentro de esta configuración básica, la filosofía y los objetivos tradicionales de las cajas de ahorros vascas se han visto distorsionados por algunas estrategias desarrolladas durante los últimos años que, a la vez que chocaban frontalmente con los objetivos fundacionales de estas cajas, han resultado un rotundo fracaso institucional y económico.

Nos referimos, por supuesto, a los dos grandes problemas actuales de Kutxabank desde el punto de vista de su solvencia y estabilidad patrimonial: La exagerada expansión exterior de la Kutxa guipuzcoana y la adquisición por la BBK de Cajasur. Ambas operaciones, incomprensibles en la lógica institucional y económica de Kutxabank, constituyen un lastre del que ahora mismo no sabe cómo librarse.

Y, sin embargo, se trata del objetivo estratégico número uno de Kutxabank: amortizar la red de oficinas exterior y vender cuanto antes Cajasur. Ni más ni menos. Esto quiere decir lo evidente: no solo Kutxabank sigue siendo una caja sino que su actual situación estratégica le obliga a diseñar un futuro cada vez más próximo precisamente al de una caja centrada y enraizada en Euskal Herria. Cualquier otra estrategia debería ser calificada como una locura.

Somos conscientes de la existencia de un grupo de interés económico y político muy concreto interesado precisamente en esa locura con el fin de hacerse ilegítimamente con una cuota sustancial de poder fáctico económico y político en Euskal Herria. Pero no por eso deja de ser una locura.

Si realizamos un análisis objetivo y racional de la realidad actual y las perspectivas de Kutxabank, vemos con claridad:

a) que se trata de una caja de ahorros con forma jurídica de sociedad anónima (por eso se la llama «banco» en la terminología española).

b) que su situación y expectativas le obligan a acentuar aún más su carácter de caja centrada y enraizada en Euskal Herria.

Si tenemos todo ello en cuenta -esto es, que Kutxabank es en realidad una caja de ahorros y que necesita precisamente asentar su perfil de caja de ahorros- parece obligatorio ser consecuentes con ello también en el plano institucional. Recordemos que la nueva legislación española mantiene una figura de caja a la que no impone ninguna obligación de desarraigo del territorio ni de inclusión de inversores ajenos a la actividad.

Esto significa que lo que debería con claridad plantearse Kutxabank cara a su futuro institucional no es si entran o no inversores externos sino, al contrario, configurarse directamente como tal caja de ahorros o, en su caso, como cooperativa de crédito. Ni más ni menos. Si esto no se hace es porque no se quiere. Pero es lo que se puede y se debe hacer.

Y, por favor, dejemos de utilizar el pretexto de que «la normativa dice» o «el Banco de España nos obliga». Un respeto a la inteligencia de nuestros ciudadanos, porque todos sabemos que el proceso que se quiere poner en marcha para la entrada de nuevos accionistas es un proceso pactado con unos fines ilegítimos y muy concretos.