Floren Aoiz
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JO PUNTUA

Nafarroa: ¿bien está lo que bien acaba?

El bloqueo estratégico de la Navarra foral y española hace que todos los escenarios a corto plazo les resulten incómodos y puede ocurrir que los que prometen mayor alivio sean precisamente los que más debiliten sus posiciones en una batalla de largo recorrido

Amanece camino de Madrid. Vamos a la enésima sesión del juicio por el sumario 35/02 en la Audiencia Nacional española. Nos cuesta pero, a fuerza de insistir, por fin logramos que la voz de Federico suene en el dial: el viaje se va a alegrar, ¡seguro!

Federico es, claro está, Jiménez Losantos y no nos defrauda: nunca lo hace. Esta vez toca hablar de Nafarroa. Puro delirio en el que Robertico Jiménez, alias «el frases» («El PSOE en Navarra soy yo», «o se marcha o la echamos...») se convierte en aliado de la ETA. A Federico le gustan las conspiraciones, y esta le pone.

El tipo está a la vez angustiado y aliviado. Y, en su estilo, se trata de emociones llevadas al límite. Le preocupa que Navarra pueda caer en manos de ETA, porque eso sería la pérdida de España, pero también se le nota esperanzado y se deshace en elogios a Barcina. El temple de Juana de Arco, perdón, de Yolanda Barcina, le ha encantado y cree que el PSOE no se va a atrever a seguir adelante con la moción de censura. Jiménez Losantos es capaz de pontificar sobre algo que ni siquiera conoce y lo demuestra con las babosadas que dice sobre las comparecencias en la Comisión de Investigación, pero eso no importa demasiado, porque lo suyo no es el rigor sino el ardor, y con ardor defiende a Barcina, baluarte de la españolidad frente a la presión bárbara.

Una frase de Federico llama mi atención, tanto que corro a tomar nota: bien está lo que bien acaba. Jiménez se adelanta a los acontecimientos y da por bueno que UPN y, por extensión, la causa española van a salir fortalecidas de este trance. Es cierto que a la hora de escribir esta columna la tendencia dominante en la rumorología apunta a que, efectivamente, el PSOE se va a acoquinar una vez más, pero la jugada está lejos de terminar y en mi opinión, ocurra lo que ocurra, será muy difícil que se produzca un reforzamiento de la causa española en Nafarroa.

No he traído a Madrid la bola de cristal, así que pasaremos de pronósticos, pero la profunda crisis del régimen que Rajoy llamó Navarra foral y española no se va a evaporar por arte de magia. Habrá elecciones anticipadas o no, pero la pugna no se limita al plano institucional y, paradójicamente, la obsesión en negar a la sociedad navarra la posibilidad de expresarse en las urnas contribuye a acentuar el protagonismo de otros escenarios, especialmente el de la calle. Un espacio en el que los navarro-españolistas se baten en retirada hace años y en el que deberían sentirse mucho más incómodos.

El bloqueo estratégico de la Navarra foral y española hace que todos los escenarios a corto plazo les resulten incómodos y puede ocurrir que los que prometen mayor alivio sean precisamente los que más debiliten sus posiciones en una batalla que, mejor no olvidarlo, es de largo recorrido.

Está bien acelerar para ganar una etapa siempre que no se confunda con el conjunto de la carrera, porque en ese caso se pueden gastar energías antes de tiempo o sentirse frustrado por no haber llegado en primer lugar a una meta volante cuando se tienen grandes posibilidades de ganar finalmente la prueba.