Mikel INSAUSTI
CRíTICA: «Philomena»

La instrumentalización del perdón por el catolicismo (1)

El periodista Martin Sixsmith investigó uno de los tantos casos de niños robados durante los años 50 en la Irlanda católica, donde las monjas recluían en internados a las jóvenes madres solteras, una de esas terribles instituciones de las que ya dió cuenta Peter Mullan en su película «The Magdalene Sisters» (2002). El libro de Sixsmith ha sido puesto en escena por Stephen Frears, partiendo de ese reportaje escrito en tiempo presente, en cuanto fruto de un doloroso viaje de descubrimiento entre las sombras del pasado.

El ejercicio de memoria histórica que encierra «Philomena» se beneficia de la maestría de Frears para la utilización recurrente del flash-back, con toda la carga simbólica que conlleva. La anciana protagonista recuerda su lejana aventura amorosa en la feria local, con la pecaminosa manzana caramelizada que cae el suelo por culpa de un apasionado abrazo. Cincuenta años después la monja decana de la abadía se encargará de recordar que aquella chica, como el resto, tuvo que purgar su pecado renunciando a la criatura nacida fuera del sagrado matrimonio. Lo que no cuenta es que la explotaron laboralmente en la institución conventual, y que, mientras tanto, su hijo era ilegalmente vendido a una adinerada familia estadounidense.

Fue entonces una práctica común, y entre quienes adoptaban bebés robados se encontraban estrellas de Hollywood, por lo que la película trae a colación a la actriz Jane Russell, a la que la prensa de 1952 retrataba como feliz madre adoptiva. A pesar del téorico beneficio de la acogida en hogares pudientes, lo cierto es que el caso aquí reabierto revela un proceso tan desnaturalizador como ingrato para todas las partes. El niño de procedencia irlandesa fue a parar a una familia conservadora, llegando a hacer carrera en el partido republicano, como asesor legal durante los mandatos de Reagan y Bush. Su drama oculto tuvo que ver con la condición homosexual, incompatible con los cargos públicos que ejerció. El contagio del VIH acabaría con su vida de forma imperdonable, al no disponer de oportunidad alguna para conocer o saber de su madre biológica.