Raimundo Fitero
DE REOJO

Faldas


Por esas asociaciones que propicia el uso indiscriminado del mando a distancia, encadené varias conmociones a base de ver volar faldas reales o figuradas. Las reales, las de un desfile de moda, las de las alfombras rojas de los premios, me provocan en estos momentos reflexiones sobre la evolución de la especie a partir de contar pliegues del plisado de algunas modas. Es una disquisición ociosa, una manera de enmascarar el prurito. No sé, quizás todo se pueda reducir a un spot, a un anuncio de cerveza, a la crónica de una pelea salvaje entre niñas adolescentes.

Pero escuchar de repente a ese ser que lleva unas faldas volanderas hasta los pies, que vomita bilis por una boca que gesticula dentro de una cabeza sujeta por una cadena acabada en cruz, con cargo jerárquico de Obispo de Alcalá de Henares, diciendo que la ley del aborto de 1985 ha provocado más muertos que la Guerra Civil, que se trata de un holocausto silencioso, nos lleva a un ataque de ira, porque no se puede ser más facha. Busca la provocación, la notoriedad porque en buena lógica salen sus declaraciones criminales en todos los canales, crea un estado de opinión demoledor y nadie mueve un bigote, una barba, una denuncia, un quejido.

José Antonio Reig Plá, se une al coro de obispos, como José Ignacio Munilla, que pontifican con desfachatez sobre el aborto, que se intrometen en la intimidad de las mujeres, que hacen de sus faldas que esconden tantos abusos, un manto de inmunidad. Están haciendo campaña para volver a Trento, mientras nos hacen creer que en el Vaticano, Francisco, trae una revolución. No trae nada más que un acento porteño y algo de vergüenza, pero los dogmas siguen, y en la jerarquía eclesiástica española anida la serpiente del fascismo más recalcitrante.

Aparece en un programa muy digno, pero invisibilizado, «Para todos en La 2», una monja argentina, de Tucumán, que lleva treinta años en Manresa, dedicada a la contemplación, a escribir libros y a evangelizar con acciones positivas para los pobres, y nos habla de otra iglesia, y sus faldas nos parecen acogedoras. Habla desde la tierra. ¿Qué piensa Sor Lucía Caram del aborto y de las barbaridades de sus obispos?