ANTTON BORJA
ANÁLISIS | Mirando al futuro

Frente a la crisis vasca, ¿qué medidas adoptar?

Con la siguiente relación de medidas para transformar el modelo socio-económico vasco y encaminar a Euskal Herria hacia la superación de la crisis sistémica que atraviesa, el autor pone fin a la serie de artículos iniciados con el diagnóstico de la situación económica tanto del Estado español como de Euskal Herria. Considera de vital importancia una actuación pública, de carácter estratégico, para solucionar los desequilibrios industriales y aumentar la diversificación productiva, mediante la creación de un fondo estructural que posibilite y ayude el tránsito hacia otro modelo.

Desde una perspectiva de desarrollo endógeno y sostenible y ante la incesante crisis duradera, señalemos, sucintamente, medidas a adoptar a diferentes niveles.

Sector primario. Es preciso desarrollar un modelo de agricultura sostenible, vinculado al modelo de explotación familiar y explotación asociada o cooperativa, articulando políticas agrícolas que favorezcan a los pequeños y medianos agricultores. El principio de libertad de mercado debe estar subordinado al principio de desarrollo sostenible. La Política Agrícola Europea (PAC) europea debe ser coherente con los principios de soberanía alimentaria.

Desde esta lógica, es preciso mejorar la balanza alimentaria (especialmente en la CAV), dado que la riqueza generada y el empleo es menor del 3% del total. La FAO recomienda que el 50% de los alimentos consumidos en un país sean del propio país o del entorno más cercano

Sector industrial. Resulta necesario aumentar la diversificación productiva que pasa no solamente por el replanteamiento de ciertos subsectores manufactureros tradicionales (siderurgia, fundición, etc.) de bajo y medio bajo nivel tecnológico sino por el impulso de nuevas actividades productivas no clásicas, tanto en el campo de las nanotecnologias, biotecnologías y subsectores afines, como en la familia de materiales avanzados, fotónica y tecnologías de fabricación avanzada.

Potenciando los subsectores de medio-alto y alto contenido tecnológico existente: máquina herramienta, bienes de equipo, etc. Sin olvidar el desarrollo de los servicios avanzados para empresas (ingenierías, consultorías, etc). En esta misma lógica, hay que disminuir la intensidad energética de nuestras industrias, dado que no poseemos energía propia, así como la reducción drástica de la contaminación en ciertas actividades industriales.

Todo ello conlleva la potenciación de una política industrial activa. Considerando los desequilibrios industriales y las políticas liberales existentes, adquiere gran importancia una actuación pública, de carácter estratégico, en ciertos sectores y un conjunto de medidas complementarias que refuercen dicha intervención estratégica. Articular capitales públicos y privados orientados a la mejora de las relaciones inter-industriales y complementando estrategias empresariales privadas y públicas.

Esta participación pública puede y debe adoptar diversas modalidades, desde participaciones mayoritarias hasta participaciones importantes (al menos 30%) que condicionan las estrategias empresariales privadas que favorecen los desarrollos industriales a largo plazo, contando con la dinámica internacionalizadora de las empresas vascas (como en el caso de varias de las cooperativas industriales de Mondragón Corporación).

Por todo lo anterior, habría que tender a desarrollar empresas industriales públicas en bioindustria (ingeniería genética, investigación biomédica), energías renovables, ingeniería urbana (equipamientos de tratamiento y distribución de elementos de utilidad pública, como agua, gas, electricidad, escuelas y hospitales).

Retos del sistema vasco de innovación. Es necesario abordar actuaciones en cuatro campos. El primer campo corresponde a las administraciones vascas: potenciar la realización de diagnósticos de innovación, desarrollando un observatorio permanente con financiación pública; mayor dedicación de recursos públicos a I+D+i (vamos con retraso respecto a zonas europeas similares a la nuestra) y mejor reparto entre agentes que intervienen en la investigación: centros tecnológicos, universidades, etc.

El segundo campo abarca a las entidades proveedoras de conocimientos. Es urgente la reorientación de los centros tecnológicos especialmente en el caso de las pymes clásicas.

El tercer campo abarca el apoyo financiero a proyectos concertados de I+D+i empresarial; apoyo financiero a inversiones en activos fijos cuando se producen «roturas tecnológicas» o bien la búsqueda de empresas tractoras; apoyo a consultoras tecnológicas y centros de vigilancia tecnológica e inteligencia competitiva a nivel de Hego Euskal Herria. Es sorprendente que no exista un organismo institucional de este tipo, ni en la CAV ni en Nafarroa. También hay que replantearse la formación continua desde una óptica estratégica de innovación.

El cuarto campo incluye el sistema de interfaz, apoyando financieramente las actuaciones que fomentan las interrelaciones entre los agentes que intervienen en el sistema de innovación, como es el caso de Innobasque, entre otros, buscando actuaciones concordantes y de efectos sistémicos.

La actuación coordinada sobre los cuatro ejes citados puede hacer posible superar el dualismo industrial existente entre industrias tradicionales de bajo y medio contenido tecnológico (una gran mayoría de pymes) y cierto volumen de empresas grandes y pequeñas de subsectores de media-alta y alta tecnología, junto con sectores emergentes.

Fondo estructural. Desde esta perspectiva, conviene crear un fondo estructural que posibilite y ayude en el tránsito hacia otro modelo productivo vasco. Un fondo gestionado desde la participación institucional, económica y sindical. Perfectamente evaluable y transparente en sus actividades y liderado desde un planteamiento de planificación pública y social de la política económica.

Los recursos económicos de dicho fondo provendrían de diferentes fuentes de financiación: gestión de los fondos que en materia de innovación gestiona por nosotros el Estado español; gestión directa de los fondos europeos destinados a promoción económica e innovación; utilizar recursos del Banco Europeo de Inversiones (BEI) que maneja 40.000 millones de euros anuales para las empresas europeas; aportaciones de las diferentes instituciones que en la actualidad invierten en I+D+i con el objetivo de optimizar la actual dispersión en dicha materia.

Junto a ello, resulta imprescindible la implicación de Kutxabank contribuyendo mediante la socialización del crédito al desarrollo económico y social vasco, así como la posibilidad de la utilización de parte de los fondos de la obra social para dicho fin. Potenciar los recursos fiscales, tanto mediante la recaudación como en la lucha contra el fraude fiscal. Contemplar la participación privada según determinados parámetros.

Sector servicios e infraestructuras. El subsector financiero, especialmente Kutxabank (con 32.000 millones de euros en depósitos) deben dedicar recursos hacia el fortalecimiento de las pequeñas empresas.

Respecto al comercio, ante el crecimiento del subsector de grandes superficies, conviene señalar la importancia del pequeño comercio en nuestros pueblos y ciudades, tanto por las necesidades que cubren con respecto a la población como por la generación de empleo y riqueza a nivel local. Además de retener el excedente producido, potencian el tejido económico local, tanto el industrial como el de los servicios, conformando un espacio de relaciones sociales y de comunicación y generando un importante ahorro de costes sociales y medioambientales producidos fundamentalmente por la utilización excesiva del automóvil.

Por otra parte, deben potenciarse los servicios informáticos especialmente para pymes, así como empresas de consultoría, de marketing y de ingeniería.

Transporte y ordenación del territorio. La vertebración territorial del sur de Euskal Herria exige el transporte combinado de redes viarias y ferroviarias. Una propuesta de mejora de infraestructuras ha de incluir: articulación territorial, comunicando las capitales y también núcleos secundarios; máximo aprovechamiento de las redes existentes, tanto por razones de tipo ambiental, evitando la duplicación innecesaria de infraestructuras, como por razones de servicio que ahora prestan a determinadas comarcas; menor impacto ambiental; accesibilidad a las grandes líneas de comunicación, tanto a nivel estatal como a nivel europeo; racionalidad económica de las inversiones, evitándose que un esfuerzo inversionista desproporcionado suponga una descapitalización real y un empobrecimiento futuro; frenazo de inversión del TAV y evaluación del mismo; potenciar la intermodalidad.

En el caso de la energía, debe considerarse que nuestro modelo energético se basa en un consumo intensivo de energía especialmente en el caso de la industria (50% de la industria vasca intensiva en energía) y del transporte (solamente el 3% del transporte de mercancías se realiza por tren). Por tanto, es preciso potenciar las energías renovables, ahorro y mayor eficiencia energética, buscando el mínimo consumo de gas y de derivados petrolíferos. En su caso, rechazar la utilización de gases obtenidos por «fracking» como defienden y apoyan nuestros responsables en la CAV, dado que dicho proceso supone la ruptura hidráulica de capas de pizarra subterránea generando contaminación (en el caso de acuíferos....), además de ser muy pobre en el balance energético esperable (la energía obtenida es poco superior a la necesitada para extraerla).

Para desarrollar un nuevo modelo productivo necesitamos recursos y palancas de actuación de diverso tipo. Veamos ahora posibles fuentes de recursos económicos y financieros. En lo que se refiere al área financiera, debe impulsarse la creación de entidades públicas de crédito, tanto para la CAV como para Nafarroa en transición a bancos públicos, para facilitar el crédito a las pymes. Asimismo, implicación de Kutxabank y del BEI, así como la utilización de los «fondos sin personalidad jurídica» europeos al alcance de las comunidades autonómicas.

En cuanto a la fiscalidad, y respecto a la recaudación impositiva, no hay que olvidar que es bastante menor que la media de la Unión Europea. Para 2011, el total de lo presupuestado, en Hego Euskal Herria, por tributos concertados era de 15.802 millones de euros. Si la presión fiscal (total de impuestos en relación al PIB) fuese la media de la UE en ese año, se hubieran recaudado 5.005 millones de euros más. Si a esto hubiésemos añadido el importe no utilizado por «vacaciones o gastos fiscales», se hubiera incrementado en 7.000 millones más.

Por otra parte el fraude fiscal entre nosotros está muy extendido a lo largo del tiempo. En un estudio realizado en 2010 por Ignacio Zubiri, catedrático de la UPV-EHU, estimó en cerca de 10.000 millones de euros el fraude en la CAV, lo que supone cerca del 60% de lo recaudado.

A partir de lo señalado en el area financiera y en el área fiscal, vemos las posibilidades de lograr recursos para el desarrollo de un modelo socioeconómico integral.

Asimismo, en esta lógica, debe impulsarse un desarrollo empresarial que combine diversos tipos de empresas: propiedad pública, cooperativas, desarrollo de pymes y economía social y solidaria. Esta dinámica empresarial debe impulsar la democratización de la empresa y orientarse en una perspectiva estratégica de desarrollo endógeno y sostenible.

Dicho modelo implica un conjunto de derechos laborales y sociales para el colectivo asalariado y otros colectivos laborales, (ámbito vasco de relaciones laborales, sistema vasco de protección social, creación y reparto de empleo, presupuestos públicos participativos, garantizar el derecho a la vivienda y el impulso del desarrollo sostenible).

Para transformar el modelo socioeconómico, la lucha por la democracia económica es inseparable de la lucha por la soberanía política. Para ello es imprescindible extender la democracia participativa, la toma de decisiones a todos los ámbitos de la convivencia, tanto en ayuntamientos, la comarcas, diputaciones... hasta los mayores niveles de la representación política. De esta forma se consigue la hegemonía social a favor de la soberanía económica y política.

A modo de conclusión. Los retos planteados de cambiar nuestro modelo socioeconómico y mejorar nuestro grado de bienestar suponen afrontar muchos obstáculos, para lo que necesitamos soberanía económica y política. En esta crisis sistémica que sufrimos necesitamos la intervención estratégica del sector público con el mayor grado de cohesión y apoyo social en pos de los objetivos señalados. El tiempo será testigo.