CARLOS GIL
CRíTICA | Teatro

Emoción

La sensibilidad convertida en un homenaje al hombre, a Mikel Laboa, a ese ser que tanto hizo sentir a varias generaciones, que fue único en su capacidad para llevar sensaciones eternas a través de sus músicas, de sus «lekeitios», de su propia vida. Y en este trabajo se conjunta la admiración, el respeto, el amor y la sensación de querer construir desde el sentimiento, una postal emocional, bella, rotunda, capaz de emocionar, pero siempre dejando claro que es Laboa el que está asistiendo a la epifanía, que se hace todo, los vídeos, las músicas, los textos, el tono, el movimiento para no despertar al durmiente, para no pisar muy fuerte y borrar las marcas de las pisadas de los pájaros.

Excelente propuesta, universal propuesta, trasciende al homenajeado precisamente porque se hace a su nivel humano, al tamaño de su grandeza poética, de su peculiar visión del mundo, tan viva. Destacar el tono general, la calidez de músicas, de las voces, de la gestualidad, y destaquemos esa mano invisible, ese toque de delicadeza de la dirección de Mireia Gabilondo que convierte todo en una emoción que cala hasta los huesos.