EÑAUT BARANDIARAN
RUGIDOS ROJIBLANCOS

Un mal día

Carlos Gurpegui es un tipo acostumbrado a la adversidad. Si el mejor amigo que debe tener un jugador es el balón, el capitán del Athletic se ha visto obligado a convivir con amistades mucho más peligrosas a lo largo de su carrera, en forma de lesiones de todo tipo, y perseguido además por la maldición del eterno positivo. El Athletic no pierde tan solo uno de los centrales más en forma de la Liga, sino también un referente dentro y fuera del verde, un tipo que debiera ser asignatura troncal para todos los capitanes de las inferiores de Lezama, ejemplo de honestidad en el trabajo y amor a unos colores.

En el Martínez Valero San José cumplió con creces en su enésima reválida, aunque el central es de ese tipo de jugadores que se examina cada vez que juega, porque cuesta fiarse de un defensa cuyas mayores virtudes tienen que ver con su salida de balón y su capacidad para marcar, que no evitar, goles. Fue de lo poco rescatable en mitad de un naufragio provocado quién sabe si por el viento huracanado, por haberse jugado con un balón de playa o por la falta de costumbre a la hora de afrontar más de un partido por semana, pero el tono general del partido se define por un campo que terminó convertido en un gigantesco contenedor para reciclar plástico: la cantidad de bolsas apiladas en las inmediaciones de las dos áreas atrajeron nuestra mirada hacia zonas del campo que hasta entonces se mantenían casi vírgenes e inexploradas. Faltaron valientes exploradores que tuvieran el valor de lanzarse a lo desconocido, y sobraron soldados rasos perdiendo el tiempo en reyertas inútiles. Marco Polo o Juan Sebastián Elcano se hubieran avergonzando de la escasa valentía de ambos, pero en el caso de los rojiblancos da la sensación de que prefieren ya asegurar los puntos y dejar las aventuras para el año que viene, cuando toque -ojalá- explorar los estadios de los más grandes de Europa.