Villeneuve, el director de «Prisioners», adapta libremente a Saramago en «Enemy»
En Donostia se fue de vacío, pero luego resultó premiada en Sitges, y triunfó en los Canadian Screen Awards con cinco estatuillas: mejor director, actriz secundaria, fotografía, música y montaje. Por fin se hizo justicia poética.

Donostia fue la descubridora de esta gran película, aunque luego no supo premiarla, por más que la comparación con la ganadora «Pelo malo» resulte ofensiva. De cualquier forma fue la edición de Denis Villeneuve, porque fuera de concurso se presentó su primera y exitosa incursión en Hollywood con «Prisioners».
Con semejante doblete Villeneuve demostró ser el cineasta québécois más en forma, y lo que son las cosas, «Enemy» habla, precisamente, de la figura del doble.
David Cronenberg
La 65 edición de los premios Canadian Screen Awards rendían homenaje al maestro del cine canadiense David Cronenberg, por lo que el triunfo de «Enemy» en cinco categorías pareció sumarse a dicho tributo. La atmósfera de su sexto largometraje, teniendo en cuenta que «Prisioners» se ha estrenado antes en las salas comerciales, recuerda intensamente a la de «Inseparables», a pesar de que en su doble caracterización Jeremy Irons interpretase a unos gemelos.
Jake Gyllenhaal, también presente en «Prisioners», se revela como uno de los actores más talentosos de su generación, desdoblándose como un profesor de literatura y un actor. Unas actividades que están muy ligadas a sus respectivas personalidades, y que de paso permiten abordar la figura del doble desde la literatura y el cine.
En la base literaria está la novela de José Saramago «El hombre duplicado», de quien se cita la frase «el caos es un orden por descifrar», que sirve de pista para desentrañar la película. Pero el protagonista número 1 en sus clases cita a Hegel y su creencia de que todos los hechos históricos tienden a repetirse, para acto seguido rectificar en nombre de Marx con su famosa sentencia de que «la historia se repite siempre dos veces: la primera como una tragedia, la segunda como una farsa».
El protagonista número 2 como suplantador de otras vidas en la ficción representa el lado onírico, que sirve para describir el universo urbano como una opresiva tela de araña, de la que hay que escapar siendo otro.

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