OLAIZOLA-ARETXABALETA 22

A. LASA-BARRIOLA 8

De la misma manera que no se puede esperar otra cosa que un incendio cuando se pone material inflamable al alcance de un pirómano, permitir a Aimar Olaizola entrar a rematar constantemente desde el dos no puede tener otro desenlace que una paliza como con la que el de Goizueta abrió un mundo entre las dos parejas que se midieron ayer en el Ogeta, ya que al margen de lo goloso del primer punto obtenido por la pareja de Asegarce, se une un average que puede castigar mucho a los de Aspe en una liguilla tan corta.

El duelo de ayer venía irremediablemente marcado por la baja de Martínez de Irujo y los colorados consiguieron explotar la ausencia del de Ibero, ni mucho menos porque su sustituto, Aritz Lasa, cuajara una mala actuación, sino porque sin él, el de Urretxu y el de Leitza no tuvieron, en ningún momento, la capacidad de sacar el partido de ese guión en el que tan cómodos se sintieron el campeón manomanista y Aretxabaleta.

Impotencia total

Y es que, como el propio Abel Barriola reconoció sin ningún tipo de ambages al término del partido, la clave del mismo estuvo en que el zaguero de Leitza en ningún momento pudo dominar a un Andoni Aretxabaleta que no se vio exigido en todo el partido y que tuvo un debut en semifinales mucho más cómodo de lo esperado y, lo que resultó peor, en las innumerables pelotas que el de Leitza dejó a placer a Aimar Olaizola.

La piedad y la condescendencia son dos palabras que no están en el vocabulario del delantero de Goizueta cuando se viste de blanco y se pone los tacos, con lo que el campeón manomanista aprovechó la ocasión para abrir hueco en el marcador desde el primer pelotazo. No solo en el peloteo, también en el resto dio muchas facilidades el zaguero de Leitza en la tarde de ayer -el mayor pero de Aritz Lasa en el partido fue quizá el no haber entrado a quitar esas pelotas complicadas que el de Ibero siempre evita a sus zagueros- y los de Asegarce enseguida se despegaron en el marcador, primero con 5-0 y luego con 9-2.

Voluntad no se les puede negar a los de Aspe, pero la de ayer fue una de esas tardes en las que el cuerpo no es capaz de reaccionar ni ante los estímulos propios ni a los de unas gradas del Ogeta que enseguida se volcaron con los azules ante la tiranía que Aimar Olaizola estaba ejerciendo sobre la cancha en la que se caló su última txapela.

Por mucho que lo intentaron, los azules no pudieron llevar la iniciativa en el peloteo ni siquiera en las contadas ocasiones en las que pudieron poner en juego su pelota. Sí que alguna vez trataron de cargar el juego atrás para ver si la presión le pasaba alguna mala jugada a Andoni Aretxabaleta, pero el zaguero de Markina se mostró solidísimo las pocas veces en las que lo probaron.

Además de vaciarse en defensa -encomiable fue la mostrada en el 20-8, el tanto más aplaudido del partido-, incapaces de cambiar el paso, a Aritz Lasa le tocó arriesgar en casi todos sus remates, por lo que alternó algún que otro error con hasta seis buenos tantos. Sin embargo, pagaron con una derrota muy dura el haber alimentado y agasajado a su verdugo, que no se apiadó de ellos.