He escuchado a diversos analistas políticos y, también, a políticos metidos a analistas, expresar su preocupación por una mejoría económica previa a las elecciones de 2015 que allane una nueva victoria del régimen navarro. Y lo que me enerva es que se lo creen. ¿De verdad, alguien con dos dedos de frente se cree que dentro de un año vamos a estar mejor? Aun en el caso de que el paro se reduzca -que vete tú a saber- los desempleados que se van a pegar un año más sin encontrar trabajo van a llegar a la cita electoral comiéndose las suelas de las zapatillas, porque ya se han pulido el resto de posesiones y hasta los avales de los padres. Y quien dice avales dice herencias, ya que no ma extrañaría nada que los padres se hayan muerto del disgusto por el camino. ¿Es que nadie se ha dado cuenta de que los «Compro Oro» están echando la persiana uno detrás de otro? Y no están cerrando porque la situación de necesidad haya terminado, sino porque las joyas de la abuela hace tiempo que se fundieron en lingotes.

No me cabe duda de que veremos espejismos oportunos en fechas preelectorales. Pero son eso, espejismos. Así, como borricos tras zanahorias nos van a ir guiando hacia esa complacencia en la que la sociedad se zambulló en lo que ahora nos venden como años de vacas gordas (esos en los que trabajaste como un mulo para pagar el crédito de una mala pero cara vivienda y en los que les hiciste ricos). Por eso me preocupa ese análisis político de que el año que viene estaremos mejor. Al final, va a ser que han conseguido convencernos de que seguir construyendo el TAV o meternos en un nuevo peaje en la sombra para pagar el Canal de Navarra son la solución a este entuerto y no, precisamente, lo que nos ha traído hasta aquí.

Vale que hemos aprendido un montón durante la crisis, sabemos qué es la prima de riesgo y la deuda soberana, inflación y deflación y un montón de tonterías. Pero, de ahí a obviar los indicadores importantes -como el que dice que uno de cada tres niños es pobre y que de ese tercio la mayoría pasa hambre- va un trecho. Menos PIB y TAV y más pan.