Raimundo Fitero
DE REOJO

Autismo

Insisto: siempre hay un momento para la valoración positiva del invento: la televisión puede ser formativa, informativa, reveladora, magnífica. Sucede casi todas las semanas en La 2 y su «Noche temática», donde se afrontan asuntos de interés general. Y la otra noche nos colocaron un poco, muy poco, pero algo de luz sobre el autismo o la enfermedad de Aspergen. Un relato histórico de cómo la ciencia médica afrontaba esta irregularidad de conducta desde al ignorancia y la superstición, con testigos verdaderos, con jóvenes que fueron niños autistas a los que les secuestraron, en Francia, durante toda la infancia en un hospital psiquiátrico sin esperanzas.

La lucha contra lo desconocido, la manera de romper los muros de la incomunicación de seres humanos que tiene un coeficiente intelectual en muchas ocasiones superior a la media, pero que viven atrapados en su mismidad, en un mundo propio, impenetrable, y una escuela sin respuestas, donde las terapias no han conseguido unificar una actitud, porque sigue siendo un misterio. Todavía hay quien no acepta que sea un asunto físico, un problema de nacimiento, no de respuesta emocional. Y con los que admiten esta circunstancia están los que creen remediable la ausencia de ciertas conexiones con los otros, y quienes lo fían todo a una suerte de voluntarismo educacional conductista.

En cualquier caos un asunto capital, pero tratado en esta ocasión con tal profusión de información, con la narración entre lo histórico y los casos reales, tangibles, las experiencias de niños y niñas que han logrado mantener una vida bastante normal, en la mayoría de los casos como virtuosos musicales, individuos que poseen el llamado el «oído total», es decir que oyen todo, que retienen una melodía y una técnica pianista en una simple audición y la repiten con la misma calidad.

Una noche para entender que los seres humanos tenemos tantos mundos en nuestras cabezas tantas posibilidades, un mundo de conexiones eléctricas en nuestro cerebro que nos proporciona a base de reiteraciones la llamada normalidad, pero que es en la excepcionalidad donde se encuentra lo magnífico, lo inaudito, lo fantástico, lo artístico.