Mirari ISASI
Elkarrizketa
Salvador GONZÁLEZ (*)

«Lo que está pasando en Venezuela es una guerra de clases entre ricos y pobres»

Con la misma vehemencia con la que defiende la revolución bolivariana, Salvador González denuncia desde la Plataforma de Solidaridad con Venezuela en Euskal Herria la manipulación informativa y el bloqueo mediático en torno a Venezuela. Una denuncia que los colectivos que integran la plataforma llevarán ante la sede de EITB en Bilbo esta tarde, víspera del fallido golpe de Estado de 2002 contra Hugo Chávez.

¿Con qué objetivos nace la Plataforma de Solidaridad con Venezuela y por qué era necesaria su creación ahora?

Para romper el cerco mediático impuesto por los grandes medios, combatir la gran desinformación y apoyar la revolución bolivariana.

¿Qué lectura hace de la situación que vive Venezuela?

En Venezuela hay una guerra de clases entre ricos y pobres, donde los pobres quieren educarse, tener dignidad y una vida mejor, y los ricos pretenden impedírselo. Los ricos están intentando dar un golpe de Estado suave, a través de una guerra económica, una guerra política y una guerra mediática, apoyada por EEUU y los grandes medios internacionales en base al mismo guion que se siguió en 2002 e, incluso, con los mismos protagonistas -Leopoldo López, Henrique Capriles y María Corina Machado-, aunque con pequeños lavados de cara.

El error de cálculo de EEUU y de la derecha venezolana fue pensar que tras la muerte de Hugo Chávez la revolución está perdida, porque el pueblo está con Nicolás Maduro, como se demostró en las elecciones de diciembre.

La derecha es incapaz de vencer es las urnas y se lanza a la calle, pero ahora con apoyo económico que le permite pagar a sicarios y con el respaldo de EEUU.

Pero hay descontento.

A la muerte de Chávez, la derecha inició una guerra económica con el objetivo de crear descontento popular. Con el mismo guion que se puso en práctica en el Chile de Salvador Allende y concluyó con el golpe de Estado de Pinochet. Intentan crear desabastecimiento, acaparamiento, una inflación sobrevenida por efecto de todo ello y, además, una especulación galopante con las divisas. Pero el Gobierno toma medidas para evitar que a través del acaparamiento y la especulación con el dólar los precios se disparen. Es una lucha contra la corrupción.

Quitarse 500 años de una hegemonía de control político y económico no se hace en 15 años, y mucho menos hasta que no descontamines todas las instituciones y a todos los políticos. En Venezuela queda mucho por hacer, pero el Gobierno bolivariano no puede correr mucho porque su propio pueblo podría quedar desfasado ante un rápido avance.

No vamos a negar que hay errores del Gobierno que siembran dudas en la población, pero no es el descontento que muestran los medios. Solo en 18 de los 340 municipios del país ha habido disturbios, y todas las `guarimbas' se han montado en barrios de clase alta. Lo que está pasando no es por descontento popular, se está dando con la connivencia del paramilitarismo colombiano, aunque su ingreso en Venezuela no es de ahora.

Sin embargo, los primeros manifestantes eran estudiantes.

Muchos ni siquiera eran estudiantes, aunque lo parecían. Eran paramilitares colombianos que intentaron paralizar todas las universidades de Los Andes y asaltar la resdidencia del gobernador del Táchira para provocar una reacción. Montan barricadas, cobran peajes a la población, amenazan a los comerciantes y provocan incidentes violentos. Casi el 70% de la población es menor de 30 años y más del 90% de los estudiantes cree tener muy buenas perspectivas de empleo y de mejorar su vida. El 60% de los estudiantes está por el socialismo, y el 21% en contra.

¿Quién gestiona y quién se beneficia de ese descontento?

La derecha. Al llegar al poder, Chávez empieza a gestionar los beneficios del petróleo y a dar microcréditos, lo que genera una clase media que no es tal. Cuando se provoca esta guerra económica los primeros afectados son las clases populares y la pequeña y mediana burguesía, que regenta los negocios, porque no vende. Pero quienes protagonizan las `guarimbas' son clases menos acomodadas, las que más agradecidos tendrían que estar.

Esa desestabilización que intentan generar beneficia, además, a los planes de Washington no solo sobre Venezuela sino sobre América Latina. La fortaleza económica de Venezuela le ha permitido reforzar los mecanismos regionales de integración comercial y económica, y se ha roto la hegemonía de control económico y el dominio político de EEUU sobre América Latina. Chávez tuvo la genialidad de unir a la izquierda y al continente entero.

¿Cuál es la responsabilidad de Álvaro Uribe?

Siempre ha estado detrás, aunque ahora mucho más implicado. A partir de 2010, el Gobierno bolivariano hace un gran esfuerzo por ayudar a la paz en Colombia. EEUU sabe que eso va a perjudicar su posición y utiliza el potencial de Uribe en la narcoparapolítica para intentar boicotearlo.

Gobierno y grupos de apoyo denuncian la manipulación mediática. ¿Podría dar algún ejemplo concreto?

En la última campaña electoral estuve en Venezuela y al leer las crónicas de «El País» pensaba que estábamos en dos sitios diferentes. La campaña mediática está ligada a unos intereses y están dispuestos a hacer lo que sea para decir que Venezuela no camine. Una prueba evidente fue la salida de la exdiputada María Corina Machado del Parlamento tras un enfrentamiento; en los vídeos se ve que no ha recibido golpes, pero después aparece con la nariz rota diciendo que le han pegado los de la bancada bolivariana.

Una reciente encuesta señala que el 52,1% votaría en contra del chavismo y que el 57% considera negativa la gestión de Maduro. ¿Ha dilapidado el presidente en un año todo el apoyo que tenía Hugo Chávez?

No. Maduro tenía muy buena prensa en Venezuela e incluso en países hostiles durante sus doce años como canciller. La política que está implementando, que ya estaba planificada en vida de Chávez y es el programa con el que se presentaron tanto Chávez como Maduro, está siendo más dura con la burguesía.

¿Son datos falsos?

Estoy seguro de que se he hecho en barrios acomodados. Aunque puede haber oscilaciones, existe un 60%-40% a favor de Maduro y el Gobierno. El pueblo ha empezado a participar en la política y a legislar, pero también hay gente que defiende sus propios intereses y gente que dinamita la marcha del proceso. Es difícil acabar en quince años de Gobierno con todas esas pequeñas corruptelas que generan descontento y obstaculizan la revolución.

(*) Portavoz de la Plataforma de Solidaridad con Venezuela