Pablo CABEZA BILBO

Fundación Robo planta cara al sistema con un doble cedé

Tras superar la etapa de crowfunding, Fundación Robo concluyó su objetivo publicando un doble cedé con treinta y dos canciones socio-políticas de textos emocionantes y un deuvedé con clips y un documental. A pesar del tiempo transcurrido, la caja aún es conseguible.

«La idea de Fundación Robo planeaba de algún modo sobre nosotros desde hacía algún tiempo, pero hasta las protestas del 15 de mayo de 2011 no empezó a tomar forma», explican desde la fundación, quien interpreta el siguiente paso cuando el periodista Víctor Lemore le dice a Fernando Alfaro, en una entrevista para Rockdelux, que era mucho más sencillo hacer música alternativa que letras alternativas.

«En el pop y en el rock es más habitual hablar de conflictos individuales que colectivos, a pesar de que ambos nos afecten a todos por igual», afirma Robo con atino. Tampoco es algo que deba extrañarnos, escribir una buena letra política es complicado. Por otro lado, «no se nos ocurre un modo más honesto de explicar problemas personales que escribir sobre conflictos colectivos«.

En el inicio, Robo eran Karlos Osinaga, del grupo de Irun Lisabö, ahora en latencia, y miembro de Bidehuts, además de instruido técnico de sonido en Bonberenea, Joseba Irazoki, guitarrista con su propia carrera y participación en decenas y decenas de proyectos, y el músico y periodista Roberto Herrero (Grande-Marlasca, Ladinamo...) y coautor del libro «El estado de las cosas», sobre Kortatu y la trama política de aquellos días..

El plan de Robo es grabar una canción a la semana, seis días dedicados a concluirla y, de paso, tiempo para pensar en nombres y colaboradores.

En ningún momento se pretende que Robo sea un proyecto más, sino una aventura colectiva similar a Wu Ming, donde se implique a músicos con inquietudes parecidas.

Para llevar a cabo la empresa se opta por recurrir al sistema de microcréditos. Se quedan cortos en la cifra mínima pedida, 7.850 euros (los gastos van sumando), se estima como ideal 8.255 euros, pero, finalmente, consiguen 10.085 euros gracias al interés de 235 inquietos.

Robo matiza: «No queríamos ser un grupo más, sino una aventura colectiva en la que diluir, en la medida de lo posible, el concepto de autoría, privilegiando la importancia de la obra sobre la persona que la produce. También pretendíamos encontrar un terreno común al que gente muy diferente se juntara para contribuir a la banda sonora de lo que estaba sucediendo en nuestras plazas y barrios».

«Los músicos de pop y de rock a lo máximo que podemos aspirar con nuestras canciones es a reflejar posiciones que cuestionen el discurso dominante. Es importante ser conscientes de esos límites si no queremos acabar tan frustrados como Crass», afirma Robo y en relación con uno de los grupos políticos más concienciados que ha tenido Gran Bretaña y que se disolvieron al no conseguir efectos prácticos derivados de sus letras de corte anarquista. Quizá por esto mismo Robo dice que «no es en las letras donde se refleja la dimensión política de un grupo, por eso somos conscientes de que ningún músico pop se libra de una cierta acusación de `ineficacia' comunicativa, especialmente política. La música solo se acerca a la política cuando se acercan las prácticas colectivas que se articulan con ella o en ella».

Entre teorías, discusiones, textos y grabaciones la cuestión es que al proyecto se fueron uniendo nombres como el de Nacho Vegas, Fasenuova, Tarántula (versioneando a Eskorbuto con «Es un crimen» a ritmo country), Guillermo Zapata, Mursego, el donostiarra Giorgio Bassmatti, Miguel Brieva, Jonston, Diploide, Grupo de Expertos Solynieve, Xavier Baró, Anari, Los Carradine, Tachenko, Albert Pla, Pascal Comelade, Fernando Alfaro, Parallel Accelerat, Cohete, Julieta Venegas, Wild Honey, Mar Álvarez, Arma X, Emiliano Gómez (El Hijo de la Cumbia), Pony Bravo, la getxoztarra Miren Iza, Refree, Sílvia Pérez Cruz, Triángulo De Amor Bizarro, Aries, Ibon Rodríguez de Eten, con y sin Mursego, los iruindarras Kokoshca (versión de «Ellos dicen mierda», de La Polla...) y muchos más.

Lo que se ofrece es un doble cedé con treinta y dos canciones, más un deuvedé con unos cuantos clips y un documental. La fase de microcréditos finalizo hace mucho tiempo, pero esta recopilación de artistas concienciados, de letras abrumadoras, y apuestas musicales sorprendentes, se puede conseguir en diversas tiendas, librerías y en la cadena Tipo. Y todo al apañado precio de 10.50 euros.

A ver quién se anima y retoma la idea con un segundo volumen de similares características y fondo.