Txisko Fernández
Kazetaria
TXOKOTIK

El tiempo del Estado vasco

Hubo un tiempo, si no recuerdo mal, en el que muchísimos abertzales -había quien contaba hasta cien mil personas o más- hacían coincidir el puente festivo de Semana Santa con la celebración de Aberri Eguna. Quiero decir, metafóricamente, que tomaban parte de la jornada festivo- reivindicativa en alma y cuerpo. Como los tiempos cambian -dirán los más jóvenes- y nos cambia el tiempo -deberían asumir los no tan jóvenes-, en los últimos años son más quienes celebran Aberri Eguna en espíritu, desde la diáspora vacacional, que quienes lo hacen in situ, ya sea, hoy, en Iruñea o en Bilbo.

No quiero plantear aquí un debate sobre fechas y tradiciones porque, con la moda historicista que impera en los últimos tiempos por estos lares, se haría eterno. Lo que no entiendo es que nos resistamos a ver las cosas como son, pero dejemos la metafísica para mejor ocasión.

Lo que está claro es que el calendario no deja de desprenderse de sus hojas; tampoco en primavera por mucho que el símil quede mejor en un relato otoñal. Así pues, dentro de un tiempo muy breve, tenemos cita con las urnas de la UE (¡Uy! ¡A que a muchos se os había olvidado!). Y la fecha del 25 de mayo coincide tanto para los del sur del Bidasoa como para los del norte, aunque las papeletas entre las que se podrá elegir serán muy diferentes a una y otra orilla.

Y no tan lejos en el tiempo queda la jornada del 8 de junio, en la que Gure Esku Dago nos ha puesto como reto encadenar Iruñea con Durango con un gran apretón de manos entre quienes defienden que el pueblo vasco es muy libre para ejercer el derecho a decidir su futuro (que viene a ser el presente si nos referimos, por ejemplo, a pasado mañana o al año que viene). Esta convocatoria tiene tintes unitarios e, incluso, el llamamiento a la ciudadanía abarca un espectro más amplio que el del ámbito abertzale.

El nexo común entre estas tres citas es que, de una u otra forma, en ellas se puede ir configurando un objetivo que comparten básicamente quienes participarán en cada una de ellas: la constitución del Estado vasco, una nueva república europea, hecha a nuestra imagen y semejanza, con nuestros sueños y nuestros fracasos, con las lecciones aprendidas tanto aquí como circundando el mundo. No hay tiempo que perder. ¡Y no hay que perderse en el tiempo!