Iñaki Lekuona Periodista
AZKEN PUNTUA

Un cliché descolorido

En diciembre pasado, uno de los muros de la calle Passage des Postes de París amaneció decorado con los trazos de un dibujo similar en técnica a los de Bansky y mensaje metagrafitero: un niño con boina y una baguette escribiendo con un bote de espray la frase «so cliché». Pero la decepción llegó rápido cuando pocas horas después del descubrimiento, el enigmático y cotizado artista británico negaba su autoría. Una pena, porque este rincón olvidado del V distrito parisino se hubiera revalorizado considerablemente si la obra hubiera sido auténtica.

Y este martes, mientras Bansky confirmaba esta vez sí ser el autor de «Mobile Lovers», un grafiti aparecido el mismo día en Clement street, en su Bristol natal, dos grafiteros australianos eran detenidos en París acusados de haber realizado pintadas en dos ramas del metro. La empresa ferroviaria SNCF, que les imputa daños por valor de 8.000 euros, asegura que cada año contabiliza miles de euros en pérdidas por la actividad de estos artistas callejeros. La policía parisina inclusive ha creado una brigada especial anti-tags que cada año lleva a cabo de media cerca de 150 detenciones. Y el problema parece ser tan grave, que incluso los legisladores han gravado estos actos con penas que pueden llegar hasta los 100.000 euros de multa y los 7 años de cárcel. Sorprende la contundencia de estos castigos hacia gente que, en realidad, no pinta nada. Sobretodo, cuando la justicia suele mostrarse mucho más comprensiva con gente que pinta muchísimo. Y es hasta tal punto evidente, que el sentimiento de injusticia se ha convertido ya en un cliché descolorido de esta República, como la boina y la baguette.