MIKEL INSAUSTI
Zinema kritikaria
CRíTICA: «El tour de los Muppets»

Una rana verde que se parece a un pantera rosa

Si la franquicia de «Los Muppets» sigue viva es gracias al talento humorístico de Jason Segel, que hace tres años resucitó a los muñecos de trapo de la televisión para la pantalla grande en una película llena de amor y gratitud por estos entrañables peluches. En «El tour de los Muppets» ya no está, y se le echa mucho en falta, aunque sigue como guionista su estrecho colaborador Nicholas Stoller, que ha sabido mantener viva la contagiosa ingenuidad de un producto fiel a sus señas de identidad.

Esta segunda parte se abre con un número musical titulado «Secuela», como una declaración de intenciones continuista, pues tal es la plena consciencia de todo el equipo de estar trabajando, efectivamente, en una secuela. Una vez reconocida dicha limitación, «El tour de los Muppets» toma su propio rumbo, en cuanto versión de la conocida saga de «La Pantera Rosa». Se trata, por tanto, de una comedia cosmopolita sobre grandes robos, en la que no falta ni un sosias del Inspector Clouseau, que se llama comisario Napoleón y está interpretado por Ty Burrell.

El protagonista de la función es un villano que se apellida Badguy, y a su servicio el inglés Ricky Gervais pone toda su maliciosa capacidad caricaturesca. Viene a ser un taimado manager que se aprovecha de la inocencia infantil de los Teleñecos, embarcándoles en una gira europea que será la tapadera para atracar los bancos y museos de las grandes capitales. Pero no deja de ser un humano, así que nunca llega a ser el jefe y se queda en el nº2, porque el nº1 es un delincuente de trapo apodado Constantine, que suplanta a la Rana Gustavo.

Como actriz principal figura Tina Fey, que hace de directora de un gulag siberiano, una dura prisión donde los reclusos ensayan y representan delirantes números musicales. Por ahí ya empieza a disparatarse el obligado capítulo de los invitados y cameos de lujo que nunca pueden faltar en un show de los Teleñecos, lo que nos permite ver bailar y cantar a tipos duros como Ray Liotta o Danny Trejo.