Raimundo Fitero
DE REOJO

El plátano

La acción de un jugador de fútbol brasileño que milita en el Fútbol Club Barcelona, que en un partido reciente, al lanzarle un espectador un plátano, en vez de protestar, tomó el mismo, lo peló y se lo comió se ha convertido en un gesto contra el racismo. En todo el mundo se ha adoptado el símbolo del plátano como una manera de mostrar el repudio a todas las actitudes racistas y xenófobas. En los campos de fútbol, de baloncesto y otros deportes, para soliviantar a los jugadores africanos del equipo contrario se hacen sonidos de monos y se les lanzan plátanos. Ahora, un acto de Daniel Alves se ha convertido en el inicio de un movimiento global, repetido y ampliado por numerosos jugadores de todo el mundo.

O sea, los anuncios de los plátanos canarios toman otra dimensión. O han adquirido otro valor. Deberán fichar a ese jugador y no a Argiñano que tan contento se pone con ellos. O puede que la más lista haya sido Mariló Montero, que no perdió el tiempo y a la mañana siguiente en su chiringuito de TVE se comió una pieza de esa fruta tan utilizada también como signo fálico, y se sumó a la campaña y sea utilizada a partir de ahora como imagen de la fruta canaria. Y en las redes hay centenares de miles de mensajes, fotocomposiciones y demás imaginería popular sobre el asunto. Es decir, la ha liado parda el tipo que lanzó el plátano, que dice la directiva del Villarreal ha identificado y expulsado de por vida. En ese campo tiraron hace poco una bomba de gas lacrimógeno.

Pero con plátanos, fresas, barbitúricos o laxantes, hay que señalar que la directiva actual de TVE ha logrado una hazaña. Después de décadas de utilizar dineros públicos para ese programa llamado «Corazón», se suprime. Sus dos versiones, de mañana y tarde. Los motivos por los que lo hacen serán otros, pero aplaudimos que se retire de la parrilla un programa tan indecentemente meloso, rosa, de adulación al dinero, las joyas, las altas alcurnias y los flecos reales. Probablemente los actuales irresponsables del ente público tendrá preparado otra cosa peor. No importa, de momento nos comemos con mucho placer un plátano para celebrar el fin de una larga época ignominiosa.