Raimundo Fitero
DE REOJO

Publicidad

La regulación de la publicidad en televisión es uno de los instrumentos que el legislador tiene para que la vida social, cultural, de entretenimiento de la ciudadanía suceda dentro de una rara normalidad fragmentada. Se regula minutaje, porcentajes, formas y modos. No hay que olvidarse de que todos los canales de televisión funcionan por concesión administrativa, no son libres en el sentido absoluto del término. Se conceden licencias de explotación del lugar de acomodo de los canales, por lo tanto siempre se puede tomar una medida extrema y cerrar canales, cosa que está sucediendo en estos momentos con varios de la TDT, claro, ninguno de los que forman parte del régimen de la banda gobernante.

Fue el Gobierno de Zapatero quien tomó la decisión de que RTVE funcionara sin publicidad, lo que convertía al ente en un instrumento de Estado con presupuestos generales aprobados en el Parlamento, sin dependencia de la publicidad, es decir, una imagen adecuada. Se sabe que esta medida además de esta parte incuestionable de ofrecer películas sin cortes y un canal pagado por todos, sin anuncios, ayudó bastante a que el duopolio creciera y tuviera unos mejores resultados económicos. Lo que se llama matar dos pájaros de un tiro. Pero los números no cuadraban en TVE, siempre con déficits.

El equipo actual de dirección de RTVE está preocupado por su penetración ideológica, por hacer una tele de partido, religiosa, al modo más reaccionario y cercenador. Pero le siguen saliendo mal los números, y como no se atreven a colocar de nuevo publicidad a la brava, llevan lo del patrocinio a lugares muy reconocibles. A hacer publicidad encubierta, o no tanto. La otra noche pasaron un programa en la primera estatal, aparentemente con formato reportaje, que seguía a unos trabajadores en un día cotidiano, y resultó ser uno de los publirreportajes más obvios y largos nunca visto en los tiempos modernos de la publicidad comercial. En la política hay muchos ejemplos. Y se trata de una marca de gafas, con nombre propio y aire francés, con cientos de franquicias en el estado español. Aparecía el logo hasta en las cortinillas de cambio de escenario. Impresionante.