El Celta no estaba de vacaciones... pero Osasuna ni eso
Decepción. Esa es la palabra que resume lo vivido ayer tarde en El Sadar. Osasuna apenas sí compareció en un partido vital en el que se jugaba muchísimo más que un Celta que fue muy superior.

A lo largo y ancho de los cuarenta y cinco minutos de la primera mitad, Osasuna cometió ¡tres faltas, tres! y ello ante un rival al que le gusta el toque y la circulación de la pelota. Así que para cuando se quiso dar cuenta, se fue a la caseta con un lapidario 0-2 en el marcador. El enrabietado «¡echale güevos!», que en un par de pasajes de la segunda mitad sonó desde la grada, apenas sirvió para que los rojillos acabaran de manera lánguida el choque con Arribas jugando casi como delantero centro y Andrés Fernández a la altura de la divisoria del campo. ¡Cuánta razón tenía esta semana el capitán Miguel Flaño cuando advertía de que de nada sirve confiar en que los rojillos están acostumbrados a estas situaciones límites! Tanto que sus palabras de que «toca hacerlo otra vez» cobran más fuerza si cabe ahora que el equipo navarro se mete en una delicada situación, porque si el Almería gana este mediodía a un desahuciado Betis, meterá directamente a los rojillos en puestos de descenso.
Osasuna llegaba a esta `final' con todo a favor. Ganas, calendario, un rival ya salvado y confianza, mucha confianza en que los tres puntos no se podían escapar. Ni los tres puntos ni la permanencia final en Primera. Pero la tarde comenzó a torcerse cuando el Getafe se llevó un sorprendente punto -a priori, no tanto visto lo visto en el Camp Nou- en su visita al Barcelona y el Elche tres de oro en La Rosaleda. No era una tarde de transistores, que esa queda reservada para las próximas dos jornadas, pero casi. Porque este mediodía seguro que en los bares de Iruñea, a la hora del poteo, los aficionados osasunistas mirarán algo más que de reojo al Almería-Betis. De ese duelo andaluz depende que los navarros encaren la recta final de la Liga mirando a sus rivales para la salvación desde abajo, desde un hipotético descenso.
«Estamos realmente jodidos»
«No nos esperábamos este traspiés, era vital. Estamos realmente jodidos. La gente se ha ido jodida», se lamentaba Roberto Torres, uno de los pocos destacados. El rostro de impotencia de Oriol Riera tras su enésimo y pésimo disparo a portería era el rostro de lo que fue ayer Osasuna. Incapaz ante un Celta que ya avisó su técnico Luis Enrique «que se equivoca quien piense que venimos de vacaciones», los de Javi Gracia fueron una sombra de un equipo que se jugaba la vida. Ni la mitad de la intensidad con la que el Elche se había plantado en Málaga dos horas antes. Lo dicho, tres faltas pitadas en la primera mitad y una de ellas por mano. Tanto fue el sonrojo que a los tres minutos de la reanudación ya habían cometido otras tantas. Pero la fogosidad que seguro en vestuarios les reclamó Javi Gracia no dio para levantar un resultado muy cuesta arriba, ante un Celta que la verdad, sin nada en juego, pero con mucho juego, se fue de El Sadar despeinándose menos que el engominado Andrés Fernandez, al que Nolito le hizo dos goles como dos soles, el primero de vaselina y, como revelaba la imagen ralentizada, en situación lícita y no de fuera de juego como daba la impresión.
Un gol que llegó al minuto 20 de juego, con un equipo vigués rápido con la pelota, jugón, que empezaba a tomar el control de un choque un tanto descontrolado y con muchas imprecisiones. Enfrente, los navarros tiraban de los balones al área rival para tratar de cazar algún remate que ni llegaba ni llegó en todo el encuentro. Impotentes.
Porque es verdad que faltó intensidad, pericia, pero también fortuna cara a gol. «Aunque hubiéramos estado toda la noche, no la metemos», acertó a señalar el veterano Patxi Puñal. Porque Osasuna las tuvo, Oriol Riera las tuvo, de unos cuantos colores, pero dio la impresión de que ayer a Osasuna los nervios le pudieron más que a Marco en ``Tengo una carta para ti''.
En el minuto 23, Roberto Torres estuvo a punto de anotar un gol olímpico que un defensor salvó bajo palos. Y lo que debió ser un aliciente dio paso a un Osasuna que se descompuso por minutos, al que no le duraba el balón en los pies y cuando podía lo fiaba todo a infructuosos balones a la olla. Y de una de esas ocasiones, un doble remate de Oriol Riera y De las Cuevas para lucimiento de Sergio, se pasó en la jugada siguiente al segundo tanto de Nolito, solo en el segundo palo, que mató el partido. Era el minuto 33.
Recompuso estrategia Gracia en el descanso, dio entrada a Acuña para jugar con dos puntas claros, pero de nada sirvió. Mientras el Celta, descarado, sin presión, liberado, iba a por el tercero, Osasuna le echaba más corazón y ganas, pero no acompañados de acierto. Oriol Riera dispuso de salpicadas ocasiones, unas cuantas en las mismas narices del guardameta celtiña, pero en ninguna estuvo mínimamente acertado. En ningún momento dieron la impresión de meterse en el choque, de meter miedo en un Celta que nada temía ni se jugaba. «Hemos tenido delante a un equipo que nos ha ganado en muchas cosas. Han sido muy superiores», asumía Patxi Puñal, que apenas tenía palabras de consolación. «Nosotros no nos rendimos», esgrimía un tocado Miguel Flaño, que no ocultaba que a partir de hoy toca levantarse.
Es evidente que no solo el partido y la noche se les hizo larga a los jugadores y a la propia afición, sino que se hará larga la propia semana. Porque a partir de ahora, más allá de lo que hagan los rivales directos, los navarros están obligados a ganar los dos partidos que restan, ante el Espanyol fuera y frente al Betis en el último duelo liguero.
Es evidente que las palabras y frases grandilocuentes de los días previos por parte de la plantilla se vinieron abajo desde el mismo pitido inicial. Sería bueno que a lo largo de la semana entrante el mea culpa dentro de vestuarios se entonara con la máxima rapidez porque la Liga no espera. La afición, que ayer dio muestras de hartazgo en algunos momentos, aunque su comportamiento fuera de diez, necesita al Osasuna de siempre, al Osasuna de garra, de corazón, intenso, hambriento. Al Osasuna que lo haga una vez más.
«Hay que vaciarse, pero si eso es dar la imagen de hoy, tenemos un grave peligro», advierte Javi Gracia
Cabizbajo, pero sin perder la cara a la derrota ni al futuro inmediato. Así se presentó Javi Gracia al que no le dolieron prendas en reprender a sus propios jugadores. «Hablábamos en la previa de que con independencia del rival, éramos nosotros los que debíamos demostrar, y nosotros, el nivel que hemos dado ha sido pobre, con oportunidades, pero un nivel insuficiente para conseguir lo que todos queremos».
El técnico rojillo analizó que «desde el primer balón en posesión hemos concedido un saque de banda en campo propio, fruto de la tensión y los nervios. La mayoría de acciones técnicas en pases, despejes, ocasiones de gol han sido malísimas. Hemos desaprovechado las ocasiones que hemos tenido, su portero ha tenido aciertos puntuales, pero hemos desaprovechado muchas ocasiones, hemos concedido en ese desorden jugadas de ataque y en esas llegadas si no ajustas bien das facilidades para que finalicen como ha hecho Nolito».
Gracia asume que «es una oportunidad importatísima perdida, que nos quedan dos partidos y tenemos que seguir intentándolo hasta el final». No ocultó que la imagen dada le «preocupa y mucho, que con las opciones que hemos desaprovechado durante el campeonato y con la confianza de que sabíamos jugar estos momentos decisivos, llegue el partido y demos esta imagen, es preocupante».
Reconoció no obstante la dificultad del rival, que «viene de hacer cuatro goles partido tras partido y está en un gran momento», pero las intenciones osasunistas antes del encuentro, sobre cómo jugar al Celta, no salieron. A Gracia solo le quedó «agradecer el apoyo del público y decirles que vamos a intentarlo hasta el final, voy a ser positivo hasta el final. Hay que vaciarse en el intento, pero eso sí, si hacerlo es dar la imagen de hoy, hay un grave peligro». J.V.

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