JOSU MONTERO
ESCRITOR Y CRÍTICO

Inútil

Si no se comprende la utilidad de lo inútil, la inutilidad de lo útil, no se comprende el arte. Y un país donde no se comprende el arte es un país de esclavos o de robots, un país de gente desdichada». Ionesco escribe esto en 1961, y advierte de las consecuencias de una humanidad sin tiempo para la serenidad, la reflexión, la lucidez. «Yo soy de aquellos para quienes lo superfluo es lo necesario», escribió Gautier. Un coetáneo, Leopardi, se cisca en ese siglo suyo, el XIX, tan soberbio y estúpido como para encumbrar el utilitarismo. Otro hijo del XIX, Baudelaire, afirma que «ser un hombre útil me ha parecido siempre algo verdaderamente espantoso», y añade: «Ver que los jóvenes corren con el único objetivo de ganar dinero es signo evidente del envilecimiento de los corazones»; y acaba ironizando (¿o no?): «Incluso la justicia prohibirá la existencia de aquellos ciudadanos incapaces de enriquecerse».

Es el profesor italiano Nuccio Ordine quien nos embarca en este viaje por «La utilidad de lo inútil», un recorrido a contracorriente por esa Historia basada en la consecución de un progreso, ya a estas alturas más que cuestionable, cuya versión educativa es también aquí puesta en la picota: los estudiantes convertidos en clientes de la Universidad-empresa, con la consiguiente extinción programada de los clásicos e incluso de las humanidades.

Advierte Ordine en este Manifiesto de que la prostitución de la sabiduría y la ilusión de la riqueza conspiran contra la dignidad humana. En 1848 Víctor Hugo clama contra la presupuesta del gobierno francés de recortar la financiación de la cultura a causa de la «crisis»; precisamente en ese momento, dice, es cuando el país necesitaría por el contrario potenciar la actividad cultural y la enseñanza pública: «Porque el gran peligro de la situación actual es la ignorancia aún más que la miseria».