MIKEL INSAUSTI
CRíTICA: «Carmina y amén»

Con la muerte del padre se cierra el díptico sevillano

La profesionalidad le lleva a Paco León a decir que él se siente ante todo actor cómico, y que lo de cineasta es como una mera afición. Pero la obligación del comentarista, que también es profesional de lo suyo, es llevarle la contraria y afirmar rotundamente que es un gran guionista y director.

Como el tema central de «Carmina y amén», de acuerdo con el propio título, es el de la muerte, se ha hablado de la influencia del humor negro de Azcona y Berlanga a través de sus comedias corales. Que ya estaba de forma más acentuada en la reciente «Los muertos no se tocan, nene» de José Luis García Sánchez. Sin embargo, el cerrado costumbrismo de Paco León, me parece el equivalente sevillano al típicamente romano de Gianni Di Gregorio, autor del no menos magistral díptico que conforman «Vacaciones de ferragosto» y «Gianni y sus mujeres».

Y con respecto al estilo almodovariano confeso de León, este se manifiesta especialmente en la dirección interpretativa, si bien el actor y cineasta andaluz ha acabado por encontrar su método, que ya ensayó en la anterior «Carmina o revienta», y que desarrolla a fondo en «Carmina y amén». Un método basado sobre todo en la improvisación, jugando con la ventaja de que él sí conoce el guión, pero los que se ponen delante de la cámara desconocen su parte, y han de inventarse los diálogos sobre la marcha. Ese es un campo abonado para el lucimiento de una improvisadora nata como Yolanda Ramos, que se hizo con el premio de mejor actriz secundaria en el pasado Festival de Málaga.

Pero, como siempre reitero en estos casos, en realidad se lo merece todo el reparto coral. Sus integrantes en conjunto son los que constituyen las muy bien planteadas representaciones de la vecindad y de la familia. Las secuencias del velatorio o del entierro permiten una confluencia de personajes no menos peculiares que la mismísima Carmina, la cual revela una vena dramática digna de una función tan reputada como «Cinco horas con Mario».