Pablo CABEZA
Elkarrizketa
MIKEL URDANGARIN
VOCALISTA Y COMPOSITOR

«Una letra se transforma sumándole una melodía y ese proceso me resulta mágico»

Kirmen Uribe, Mikel Urdangarin, Rafa Rueda, Bingen Mendizabal y Mikel Valverde publicaron en octubre de 2013 uno de los discos más delicados de los últimos años «Jainko txiki eta jostalari hura». Tras una serie de presentaciones, mañana recalan en Kafe Antzokia de Bilbo.

Pocos discos se podrán encontrar en la estantería de los sueños tan frágiles y emocionales como «Jainko txiki eta jostalari hura (Elkar). El sutil trabajo de guitarras bien en las canciones en sí o en los recitados de Kirmen Uribe transmiten campos de quietud, cumplen con una sesión de relajación entre lo místico y el sol que cae. En sí, es todo el disco el que propone un ambiente propicio para la evasión espiritual o la interiorización de haber traspasado alguna frontera sensorial, tanto por música, arreglos, como por los textos, todos de Kirmen Uribe. Las composiciones son de Mikel Urdangarin, salvo tres que firma Rafa Rueda. «Gutariko bakoitza» puede ser una de las «barbaridades» amables, de cruda intimidad, como «Zubiaren erdian», cantada por Rueda con una serenidad despiadada o el recitado de «Lehendakaria deserrian» con el acompañamiento de una guitarra translúcida.

Esta es la segunda ocasión en que unen esfuerzos los cinco, ¿podría haber un tercer encuentro?

A las puertas del verano pasado nos juntó el funeral de un amigo común, Joxean Lizarribar, presidente del grupo Berria y, sobre todo, alguien al que apreciábamos enormemente. Creo que ese vacío propició un encuentro que de otra manera probablemente no se hubiera producido. Joxean nos acompañó en nuestro primer estreno en Nueva York, algo muy difícil de olvidar. En «Jainko txiki» subyace un tributo íntimo a su persona. Dicho esto y viendo lo que estamos disfrutando con esta nueva gira es muy probable que nos volvamos a juntar en el futuro.

¿Cómo ve a sus compañeros de navegación? ¿Se atreve a perfilarles

Con cierta cautela, pero me atrevo. Rafa es un antidepresivo humano, poseedor de un optimismo, a veces, irracional, pero muy necesario en el mundo de la música. Bingen es genuino. Un ángel de los de verdad, de esos de carne y hueso, aunque no me extrañaría que algún día le salieran alas. Kirmen es un volcán, su lava tiene forma de verso y no produce quemaduras, mas bien lo contrario. Por último, Valverde es puro talento y, de entre todos, el más discreto. De mí, mejor que opinen los demás. [Y los demás le toman la palabra]

Kirmen Uribe: Mikel posee una elegancia aristocrática, pero por dentro es un niño travieso, y, artísticamente, un bardo de los de antes. Le salen las melodías más bellas con total naturalidad. Es un artista como pocos y es muy fácil de llevar.

Bingen Mendizabal: «Es muy complicado definirle ya que es muy poliédrico aunque no lo parezca. Quizá sea la mezcla de talento, elegancia, honestidad e inteligencia.

Mikel Valverde: Tiene un don especial para crear canciones. Es buen conversador y contador de historias y escribe muy bien. A su lado lo mejor es olvidarse de relojes y obligaciones y tener buena disposición para pasarlo bien.

Rafa Rueda: Es difícil describirle en una extensión menor a «El Quijote» de Cervantes. A bote pronto me viene a la cabeza la palabra serenidad. Se refleja muy bien en su forma de cantar. Sabe hacerse entender. Da la impresión de que utiliza siempre el camino más corto para transmitir, y ese es un don que muy poca gente posee.

¿Estas composiciones poseen alguna singularidad respecto a su carrera en solitario?

Creo que este es el primer trabajo en el cual mi música responde a textos ajenos en su totalidad; en proyectos ante- riores siempre había alguna letra mía. Esta vez, Kirmen ha asumido íntegramente el peso literario de -Jainko txiki-, todo un acierto. Añadir música a un texto ajeno supone añadir otra dimensión a algo que, por otra parte, ya está acabado y tiene pleno sentido. Supone también un menor esfuerzo. Empiezas tu viaje a mitad de camino por lo que ves cómo una letra se transforma sumándole una melodía y ese proceso me resulta mágico. Es como ver una reacción química.

¿Son canciones que deja en algún lugar de su ordenador?

Guardo el 95% de las melodías en mi cabeza. Se archivan ahí a fuerza de repetirlas. El 5% restante las grabo en el móvil. Casi vivo de espaldas al ordenador, algo que incluso a mí me cuesta entender.

¿Lo pone complicado Uribe cuando entrega un texto tan largo, y hermoso, como «Kideari» ?

Kirmen me despertó a medianoche con un mensaje de móvil: era esa letra. Todavía recuerdo cómo me impactó. Está dedicada a Aitzol Aramaio, amigo íntimo de todos y un hermano para Kirmen. Me dormí con la letra dando vueltas en mi cabeza. Compuse la música nada más levantarme. Fue una erupción. Pienso que es lo más bello que ha escrito Kirmen y un auténtico regalo para mí.