Floren Aoiz
www.elomendia.com
JO PUNTUA

Yo voy a ir a la movilización del 25M

Si tenemos la opción de votar a una lista legal no es por la buena voluntad de ningún juez español, sino porque nos hemos dejado la piel defendiendo la democracia en las circunstancias más duras

Es evidente que esta convocatoria electoral no ha desatado pasiones. El hartazgo, la desconfianza y la indignación con el régimen posfranquista y la Europa de la Troika no invitan a celebrar con entusiasmo eso que suelen llamar -tiene narices- la fiesta de la democracia. Podría parecer, en estas circunstancias, que la mejor manera de expresar el malestar sería no votar. Pero eso es lo que nos quieren empujar a hacer a quienes mantenemos posiciones críticas. Prefieren que el 25 nos quedemos en casa y, precisamente por eso, es lo que no debemos hacer.

Llamamos voto a muchas cosas diferentes entre sí. Puede ser un trámite, una excusa para eludir la democracia participativa, un simulacro o una rutina desprovista de capacidad decisoria, pero votar puede ser también un acto militante, una movilización, una protesta, un compromiso, un esfuerzo transformador, un acto de rebeldía, incluso un ejercicio del derecho de autodeterminación. Depende de la situación concreta, del tipo de elección, de las posiciones de los agentes protagonistas...

Del mismo modo, la abstención puede ser un modo de protesta, de construcción de alternativas, de sabotaje, de expresión indirecta de algo que no se puede defender directamente... Lo sabemos bien las gentes de la izquierda independentista vasca, que hemos tenido que recurrir a la abstención y también al voto oficialmente considerado nulo, pero de un gran valor político. En otros casos, sin embargo, la abstención puede ser un gran error político, un acto de dejadez, pura galvana que sólo beneficia a los poderes establecidos. Puede incluso ser un ejercicio de irresponsabilidad entre las gentes que apuestan por el cambio. No cabe establecer un criterio válido para todos los casos y todos los momentos: debe analizarse cada uno de ellos en su propio contexto y con perspectiva histórica.

Y precisamente por eso no podemos olvidar que la presencia electoral legal de una fuerza de izquierda con un mensaje claro y directo como EH Bildu es una conquista política por encima de las estrategias de ilegalización y criminalización. Si tenemos la opción de votar a una lista legal no es por la buena voluntad de ningún juez español, sino porque nos hemos dejado la piel defendiendo la democracia en las circunstancias más duras. Porque nuestra firmeza y voluntad de lucha por encima de las prohibiciones ha dado sus frutos.

El 25 de mayo las fuerzas transformadoras y rupturistas reunidas en la lista «Los pueblos deciden» han convocado una enor- me movilización, no ya sólo en nuestro país, sino en el conjunto del estado, una movilización en miles de pueblos, barrios y ciudades. Una movilizacion contra la Troika, contra el corrupto régimen surgido del atado y bien atado, contra el neoliberalismo y por un futuro diferente. Una movilización popular también por el cambio en Nafarroa y el conjunto de Euskal Herria, como bien ha comprendido Barcina, que por eso se parapeta tras la lista del PP. Yo, desde luego, no voy a faltar a esta movilización. No tengo la menor intención de perder esta nueva ocasión de darles donde más les duele.