Raimundo Fitero
DE REOJO

Mantear


Es una imagen repetida en portadas de periódicos generalistas, abriendo noticiarios televisivos, ejemplarizando en el triunfo de un equipo que de colectivo se transforma en individual. El fútbol, su difusión mediática, va creando unos códigos y lenguajes que después se adoptan en numerosos otros espacios de convivencia, trabajo o relación forzada. Mantear al triunfador. Mantear al entrenador del equipo que ha ganado algo, en este caso el ganador de la Liga. Sí, señoras y señores, por fin alguien se ha atrevido a ganar esta Liga y eso quiere decir que a la espera de los descensos fatales de ayer, hoy ya no tenemos partidos de Liga que nos lleven a la hamletiana, ¿justo el resultado? hasta la próxima temporada.

Pero tranquilos todos, tenemos Copa del Mundo, con La Roja, y previamente una final de Copa de Europa en Lisboa entre dos equipos de la capital de España, o sea, un atracón de fútbol ibérico. Entremedias todas las contrataciones, despidos, transferencias, rumores y globos sondas que van a ir llamando la atención para contentar a los millones de individuos que tienen puesta parte de sus ilusiones, de su vida, en lo que hacen unos colectivos de jugadores multimillonarios que defienden camisetas, marcas comerciales, banderas, y estilos a buen precio. Se debería mantear a todos los hooligans, a todos los que consumen horas de televisión futbolera basura e intoxicante, que compran periódicos deportivos, es decir futbolísticos, ignorando la prensa normal, la de noticias, entrevistas, política, cultura y sociedad. Todo lo cauteriza el fútbol. Mantear al pele, goyescamente, al tonto del pueblo, hoy en día tontos ilustrados y con estrategias memorizadas y capaces de explicar el fuera de juego.

La felicidad que transmiten los manteados, los manteadores, los seguidores de los clubes que ganan, tan exultantes y generosos en la celebración y la expresión, en contraste con la desilusión sellada en el rostro, el drama, casi la tragedia patética de quienes descienden se amplifica por la televisión, por las redes sociales. Es una epopeya postmoderna contada por imbéciles para imbéciles. Pero que hacen subir el PIB local, regional o estatal.