Natxo MATXIN
La campaña acaba en descenso

Un final liguero desastroso arrastra al equipo al abismo

La escuadra navarra solo sumó 10 puntos en los últimos trece encuentros.

A diferencia de otras temporadas, en esta ocasión el vestuario rojillo no se puso las pilas cuando fue necesario, se dejó llevar por la inercia perdedora y acabó descendiendo a Segunda ofreciendo una imagen muy pobre en cuanto a intensidad y fuerzas cuando acometió los partidos claves. La impotencia de la escuadra navarra ante el Celta o la falta de confianza frente al Espanyol fueron los estertores de una tendencia negativa que venía de largo.

Concretamente desde que Osasuna venciese al Atlético -a la postre, campeón- con un solvente 3-0 en la jornada vigesimoquinta, lo que le permitía sumar 29 puntos, a poco más de una decena de conseguir el objetivo de la permanencia, con trece encuentros por delante. Como cabía esperar, los elogios a técnico y plantilla provocaron que se acabasen durmiendo en los laureles, algo que ya se había convertido en tradición cada vez que el conjunto rojillo encadenaba varios resultados positivos, pero con la consecuencia desgraciada de que esta vez no consiguió despertarse.

De aquellos barros, estos lodos

El análisis no puede centrarse exclusivamente en lo más inmediato, hay que mirar a más largo plazo. Coincidiendo con la llegada de José Antonio Camacho al banquillo osasunista, el equipo inició un proceso de desnaturalización y pérdida de identidad, en beneficio de la inmediatez. Así, si bien se consiguieron las metas marcadas, en el plantel dejó de tener peso el label navarro y el papel de la cantera.

De aquellos barros llegaron estos lodos, y ya no fue tan inhabitual ver un once rojillo en el que no hubiese nadie de casa. Y eso se ha dejado notar cuando han llegado mal dadas, sin desmerecer la profesionalidad de gran parte de los fichajes. Al equipo se le ha visto sin la garra y el coraje de otras campañas, cuando tocaba apretar los dientes y sacar los partidos adelante aunque fuese sin proponer una pizca de fútbol.

Ahora, conocida ya la marcha de Javi Gracia, toca encontrar al guía que haga regresar a los orígenes y tener paciencia, mucha paciencia. Paradigmas idóneos los hay bien cerca -caso de la Real- donde mirarse al espejo y recuperar un modelo que en su momento dio importantes frutos. Trabajo y serenidad son las recetas para conseguirlo porque la situación de luchas intestinas dentro de la institución tampoco han colaborado a que la entidad rojilla marcase un récord de permanencia en Primera.

Un periplo marcado por hitos históricos

Ahora que cunde la desolación por regresar a la categoría de plata es el mejor momento para recordar que este último periplo en Primera ha servido para que el club viviese alguno de sus hitos históricos en lo deportivo. Osasuna llegó por primera vez en su trayectoria a una final copera, perdida ante un Betis que ahora ha acompañado en el descenso, pero saboreada como si se hubiese ganado.

Los éxitos no acabaron ahí, sino que prosiguieron de manera inmediata. A la temporada siguiente, la consolidación de un bloque que venía de atrás, sumado a la bisoñez con enorme proyección que surgía de Tajonar y que se ha visto plasmada en una pléyade de futbolistas internacionales, dio lugar a un cuarto puesto liguero y a la disputa de la previa de Champions. La decepción por no jugar la fase de grupos quedó compensada por una magnífica campaña en la Copa de la UEFA hasta alcanzar las semifinales.

Momentos históricos que en el deporte suelen ser cíclicos, por lo que cabe mantener la esperanza de que dentro de un tiempo Osasuna volverá a dar más de una alegría a sus incondicionales seguidores. N.M.