Jon Odriozola
Periodistas
JO PUNTUA

«Lapsus linguae»

Lo correcto es decir que uno no es machista aunque se sea: es el lapsus linguae. Otrosí: solo son verosímiles cuando les resbala («lapsus») la lengua («lingua») y creen que no les oyen. Si saben que les oyen, mienten

Va a resultar que la realidad y la verdad de lo que se piensa y se dice está en los bares («es una discusión de taberna», se dice despreciativamente). Y no en el Congreso, donde se miente deliberadamente. Se dice una cosa y se hace la contraria, y así lo exige el guión. Se promete algo a sabiendas de que no se va a cumplir («las promesas están para no cumplirlas», decía cínicamente Tierno Galván). No se dice lo que se piensa, y menos cuando hay micrófonos o cámaras delante. Solo se dice lo que realmente se piensa cuando se figura que las «alcachofas» están en off, cerradas. Una golosina periodística es cuando se «pilla» a un cargo público en off side dizque diciendo algo que él cree que nadie escucha porque ya no está la lucecita encendida o no hay on. Como cuando Itxaropen Aguirre llamó «hijoputa», siendo presidenta de la Comunidad de Madrid, al entonces alcalde Gallardón, creyendo que no era oída. O cuando Rajoy dijo que, joer, mañana tengo que ir al «coñazo» (sic) del desfile (militar), para mí la mejor: creía que no le oía más que la solapa de su chaqueta. Ahora ha pasado con un tipo tan ensoberbecido de aspecto mafioso rodeado de gorilas como Arias Cañete cuando dijo, en plan perdonavidas patriarcal, no emplearse a fondo en un debate frente a una mujer para que no lo tilden de «machista», consiguiendo justamente el efecto contrario que se proponía este pitecántropo. Pero es igual, se la suda. No sabemos si al alcalde de Sestao la burrada que ha dicho sobre la inmigración se la refanflinfla tanto.

Y es que la politiquilla de estos espiritrompas del pueblo está trufada de lo que los latinos llamaban lapsus linguae y Freud, padre del psicoanálisis, venía a decir que es un acto de habla que expresa lo contrario de lo que el hablante (o el escribiente: lapsus calami) quería decir sin proponérselo. El «resbalón» (=lapsus, en latín) es una especie de traición que nos hace el inconsciente haciéndonos decir lo que conscientemente no queríamos decir, o sea, revelando un deseo o intención inconsciente. Poniéndonos pelín académicos, el lapsus, como los sueños, serían, de acuerdo con el psicoanálisis, senderos que nos conducen hacia deseos primitivos y que son rechazados por una conciencia represora (no hablo en términos marxistas, sino freudianos). Y si lo reprimido, a fuerza de serlo, estalla, entonces es cuando se relajan las represiones conscientes. En otras palabras y según Freud, uno se relaja cuando aflora la pulsión inconsciente, sea la que sea, que reprime y se «libera», se desinhibe, diciendo lo que piensa realmente, pero ocurre que no procede porque es «políticamente incorrecto». Lo correcto es decir que uno no es machista aunque se sea: es el lapsus linguae. Otrosí: solo son verosímiles cuando les resbala (lapsus) la lengua (lingua) y creen que no les oyen. Si saben que les oyen, mienten, confiando en la estulticia que suponen es natural al pueblo.

Alguien dirá que también Jack the Ripper (el Destripador) se «desinhibió» asesinando a putas en Whitechapel, «sublimando» represiones y adrenalinas, como se dice ahora. Los ladrones de hoy se van al consulado español de Londres, que para eso the times they are a-changing.