MIKEL INSAUSTI
Zinema Kritikaria
CRíTICA: «A 20 pasos de la fama»

Cuando en la música todo se mide por el ego

La bipolaridad estadounidense entre el éxito y el fracaso se vuelve más patológica cuando se trata la cuestión musical. Ellos nos venden a las estrellas del rock y del pop, pero también a los perdedores, que son los que han soñado con llegar a lo más alto y se han quedado por el camino. Quienes no triunfan en los escenarios y no llenan estadios tienen ahora su segunda oportunidad en el contenedor televisivo, participando en concursos y realityes para aspirantes a cantantes con megacontratos. Esa es la mentalidad que se cuela a través de la pequeña pantalla, y que ahora salta también a la grande de la mano de Morgan Neville, un experto realizador de documentales musicales para la televisión.

En «Twenty Feet from Stardom», película ganadora de un Óscar al mejor documental, realiza entrevistas y las monta entre corte y corte musical, con el mismo estilo habitual del medio del que procede. Es de los que piensan que cuanto más cantidad de material grabado sea capaz de resumir mejor será el documental resultante, aunque el espectador no melómano se vuelva loco con tanta información servida a toda velocidad, no pudiendo retener la avalancha de nombres artítisticos y títulos de canciones de diferentes discos y productores, desde los años 60 hasta nuestros días.

Casi nadie se va a quedar con cada una de la infinidad de coristas que van desfilando, con lo que el supuesto homenaje o reivindicación de las voces anónimas se queda en una farsa. Todo se mide por el tamaño del ego, que es la palabra que más veces se repite en una misma película dentro de la historia del cine. Al final parece que si no han llegado a solistas es por falta de actitud, por no creerselo.

Pero ahí están los famosos, para que el público se quede con ellos. Sting, Stevie Wonder, Bruce Springsteen o Mick Jagger participan en la película como si estuvieran en un concierto benéfico. Y así se deshacen en elogios para las damnificadas, esas desconocidas, la mayoría afroamericanas, que les han hecho los coros a precio de saldo en sus discos de oro.