Iñaki URDANIBIA
NARRATIVA

Enrique se va a Documenta 13

Me permito comenzar afirmando, sin cortarme ni un pelo, que cualquiera que se haya acercado, aunque sea a un solo libro, del barcelonés, no se atreverá a negar que los temas que aborda y el modo de hacerlo son de una singular originalidad; a un tiempo muestra, habitualmente, alguna de las patologías escriturales tomando base en autores o personajes que bien merecen, o merecían, un comedor aparte, haciendo con ello que su lectura nos abra abundantes pistas para encarar lecturas que quizá de otro modo podrían habernos pasado inadvertidas, y no debido a la falta de calidad de los autores visitados sino al contrario por su exquisitez: ahí están sus referencias al melvilliano Bartebly, Marguerite Duras, Robert Walser, Witold Gombrowicz, Raymond Roussell, James Joyce o Dylan, por no extenderme en las innúmeras y selectas referencias con las que siembra sus libros el siempre sembrado Enrique Vila-Matas. Las derivas temáticas, que como queda apuntado avanzan bordeando los límites de la extravagancia, se entreveran con un cuidado en lo formal digno de mención. Así las cosas, los libros del autor de «Doctor Pasavento» siempre abren horizontes a la reflexión, y... a la risa, o al menos a la sonrisa cómplice, dependiendo del sentido del humor del lector, logrando por otra parte desubicar a éste con respecto al principio de realidad transportándolo al principio de vacilón en sus distintas acepciones ( cachondeo y duda).

El escritor recibe una extraña llamada telefónica en la cual la secretaria, Boston, de los presuntos McGuffin le comunica que estos quieren invitarle con el fin de revelarle la solución al misterio del universo. El escritor flipa ante la sorpresiva propuesta y no puede resistirse. La propuesta consiste en una invitación de una semana de permanencia en Kassel en donde se celebra la celebérrima Documenta 13, feria de arte en donde se exponen durante cien días lo más vanguardista de las vanguardias; la propuesta se completa con la disposición de que el escritor ha de aceptar permanecer en un restaurante chino de las afueras escribiendo delante de todos aquellos que quieran verle escribir y charlar con él.

Una vez aceptado el trato Vila-Matas se trasladó a la ciudad alemana que quedó prácticamente destruida en la segunda guerra mundial y cuya recuperación en vez de por el lado del desarrollo industrial, tomó como centro de gravedad el eje de la cultura.

El libro relata la experiencia e inevitablemente nos conduce al corazón del mundo del arte, con la sensación de los viajes del Locus Solus, en los pagos cercanos a la locura, a la excentricidad y hasta al mismo delirio; en un balanceo entre «colapso y recuperación», lema de la muestra aplicable a la localidad alemana y a la propia existencia de EVM. El autor de «Dublinesca» -pertrechado de algunos santos de su devoción- nos somete a un vaivén acerca de las ideas que en torno al arte se acumulan: desde aquellos que, siguiendo el machadiano «se desprecia lo que se desconoce», consideran todas las obras vanguardistas como puro disparate (guiados por aquello que dijese el otro de que el arte es el mercado) hasta quienes valoran -entre los que se halla EVM- en su justo término el espíritu dinamizador que provoca la sorpresa e interrogación que algunas obras originan. Mientras que ciertas obras clásicas invitan única y exclusivamente a la contemplación, otras, debidas a las vanguardias, impulsan la reflexión y las preguntas que hacen bueno aquello que dijese el otro de que el signo de interrogación es el mayor invento de los humanos. La observación de las obras, dispares entre sí, impulsan la mente del visitante por los lares de unas rumias reflexivas, que contemplan al quehacer cambiante de los humanos; y como no podía ser de otro modo, teniendo en cuenta la dedicación de EVM, nos empujan a desvelar la razón de ser del acto de escribir, los motivos que causan «el oficio de escribir» que diría Cesare Pavese. Una genialidad más a poner en el haber de EVM.

Hablando del autor no me resisto a señalar un magnífico libro, en conversación con su traductor André Gabastou, que bien sirve de acercamiento a la obra vilamatasiana, y a la propia persona del escritor: «Vila-Matas, pile et face» Argol, 2010. (hay traducción en Galaxia Gutenberg).