Uno que «abdicó» antes que el Borbón
Hoy prácticamente no hay más noticias que las que se refieren a la renuncia del Borbón senior, o senil, como gusten, que ha decidido dejar que su hijo disfrute algo antes de que se quede sin reino. Pero ayer se comentaba mucho el caso de otro personaje que no tuvo más remedio que «abdicar» después de que le pillaran beodo perdido mientras conducía una moto sin casco. Se trata de Enrique López, uno que entró en el Tribunal Constitucional por la puerta de atrás y ha salido por la puerta grande. Bueno, pues a pesar meter la pata hasta el zancarrón y de que conducir borracho es un delito, en «La Razón» todo eran alabanzas para el susodicho, de quien decían que había tomado una «decisión ejemplar». Ya, sobre todo porque si no hubiera dimitido le iban a sacar cantares. Según el diario de Paco Marhuenda, López «es un excelente jurista y un prestigioso juez» y «demuestra una impecable coherencia al anteponer la reputación de la institución a sus propios intereses. Aunque el error que cometió de ningún modo guarda relación con su competencia profesional, acierta al asumir con responsabilidad sus consecuencias». Un error dicen. Un error es confundirse en la rotonda y llegar tarde a una cita. Lo que hizo el ebrio togado de extrema derecha está tipificado por la ley.
Diferente opinión expresaba en «El País» José Manuel Romero, quien destacaba que el saleroso motorista «llegó al Tribunal Constitucional sin prestigio ni experiencia suficiente y con un rechazo casi unánime de toda la oposición política por su descarado alineamiento con el PP. Se hizo con la plaza que desean todos los jueces gracias al dedo del Gobierno». Vaya, así que resulta que lo de «excelente jurista y prestigioso juez» era un camelo. Y a servidora que no le extraña... Explicaba Romero que el proceso judicial que se abrirá contra López «abocaba al magistrado al cese», y que «su dimisión, que le aconsejaron ayer desde el propio Gobierno que le nombró, era el peor remedio para la imagen del Ejecutivo, pero el único posible». Es decir, que quienes le nombraron le han dado un empujoncito. Y, dicho esto, el columnista concluye que el nombramiento del magistrado «fue un pago a los servicios prestados (...) que le ha salido muy caro al Ejecutivo». No, si al final lo del cese del Borbón va a ser una cortina de humo...

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