Maite SOROA
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PAPEREZKO LUPA

Genuflexos perdidos

Como habrán imaginado, ayer solo había un tema en los kioscos, el muy democrático relevo que un Borbón le ha dado a otro Borbón. Debe haber una norma no escrita en el infraebro que dice que los jefes de Estado solo pueden durar 40 años en el cargo. No está mal. Y como también habrán adivinado, el tono en la mayoría de los diarios era de un pasteleo merengón de lo más empalagoso.

El «El Correo» comenzaba su editorial diciendo que «desde el mismo inicio de su reinado, don Juan Carlos se propuso restaurar en España una Monarquía constitucional y recuperar la democracia y las libertades», así, en plan supermán, y valoraba que «la apuesta personal de don Juan Carlos por consolidar la democratización del país, la modernización económica y la apertura al exterior (...) se ha traducido en un éxito colectivo». Sí, para el monarca y su familia. Y sobre el Borbón junior, el diario de Vocento sostenía que «llega al trono en plena madurez, con la energía necesaria para acometer la difícil labor de sustituir al frente de la jefatura del Estado a su padre». Lo cierto es que el trabajo de su padre podría hacerlo un molusco.

El editorial de «La Razón» lo decía todo con su titular: «Un Rey ejemplar hasta el final». Y a partir de ahí se pueden imaginar el nivel de peloteo. El editorialista acababa su obra afirmando que «del mismo modo que España ha sido muy afortunada al contar con Don Juan Carlos como Jefe del Estado desde el año 1975, también ahora los españoles nos podemos sentir afortunados por contar con un sucesor de la calidad humana, intelectual y profesional como Don Felipe». Pues que se sientan como quieran, pero a nosotras que nos ahorren esa gran fortuna, no la queremos.

En «El Mundo», que va de liberal y moderno pero que desprende la misma caspa, el editorial señalaba que «ahora que está de moda hablar de Marca España, nadie duda de que el Rey fue el mejor embajador de la nación en el último cuarto del siglo XX. Por todo ello, el análisis ante la abdicación del Rey sólo debe tener dos palabras: ¡Gracias Majestad!». A servidora se le ocurren otras dos, pero como las diga igual la enchironan.

Y en «El País», ese diario progresista, opinaban que «nadie puede negar a don Juan Carlos la utilidad de sus servicios a los españoles». Nadie puede porque si se descuidan igual es ilegal... En fin, así andan en el gremio, genuflexos perdidos. Les va a hacer falta toneladas de reflex.