Raimundo Fitero
DE REOJO

Pistas


En el Estado español asistimos de manera cíclica a un espectacular despliegue de medios y hombres para buscar el cadáver de una joven sevillana. Sus padres se han convertido en personajes mediáticos, de tal manera que tienen una influencia política bastante desmesurada. Su insistencia en lograr encontrar el cadáver de su hija, insisto, es digno de admiración, no hay muchas otras maneras de intentar cauterizar la herida, de amortiguar el dolor, pero, ¿no existe un límite lógico para conseguir ese objetivo? Porque uno se imagina a las decenas de padres que han perdido a sus hijos también de manera violenta o no esclarecida, que no han aparecido nunca en la televisión que pueden sentirse muy enojados por esta evidente discriminación.

No hace falta recurrir a lo obvio: con la mitad de los recursos empleados en el caso sevillano, se podrían haber exhumado miles de cuerpos de los fusilados por los fascistas, franquistas y monárquicos en la guerra civil. Por lo tanto, una vez más se juega con los muertos para hacer demagogia y propaganda. Porque no cabe duda de que esas imágenes de maquinaria removiendo arenas, de funcionarios pateando acequias y caminos, son un carísimo spot publicitario, de una efectividad nula, por lo que se ha demostrado hasta el momento. Ello nos da una pista de las auténticas intenciones de estos aparatosos despliegues: convertir el dolor ajeno en un espectáculo televisivo.

En las televisiones portuguesas abren todos los informativos con las tareas de búsqueda del cadáver de la niña inglesa desaparecida hace unos años en una zona turística portuguesa. Tienen, o dicen tener, nuevas pistas y se han desplazado unas decenas de policías británicos, que junto a los portugueses están haciendo batidas por un lugar concreto de Praia da Luz donde alguien supone que se pueden encontrar los restos de esa desdichada niña. Estas batidas, estos intentos de mantener el caso vivo por los padres, a los que se les llegó a acusar de estar involucrados en su desaparición, puede entenderse y están en su derecho de insistir, pero, ¿no existe ningún límite en el tiempo, en la fiabilidad de las pistas, en el gasto de recursos generales?