Y un japonés vino a Barakaldo
«Antes de salir de Japón yo pensaba que me iba a España y resulta que al entrenar con el Barakaldo, una de las primeras cosas que me dijeron mis compañeros es que el País Vasco no es España», recuerda Yuichi Simanuki.

Corría el verano de 1976 cuando un joven nipón llamado Yuichi Simanuki comenzaba una historia que le marcó para siempre. Entonces, se trataba de un estudiante de Educación Social que militaba en un equipo amateur de la Segunda división japonesa y que deseaba comprobar su nivel futbolístico en Europa. Actualmente, es el presidente de la Sociedad Vasco-Japonesa y un habitual de la Euskal Etxea que no duda en atender amablemente a GARA para contar su particular historia.
Han pasado ya 38 años de su primera visita a Euskal Herria: «Me llevó el fútbol, quise comprobar mi límite, quería saber mi verdadero nivel y para ello tenía que ir a un país europeo». Su llegada estuvo marcada por la casualidad, ya que según relata «tenía un conocido que era profesor de karate en Neguri y le dije a ver si me podía buscar un club de fútbol con el que yo pudiese entrenar. Resulta que él conocía bastante bien al Barakaldo y con su ayuda me presenté allí».
Por aquel entonces el Barakaldo estaba en Tercera y contaba con Fernández Mora como técnico y futbolistas como Collantes, Larreina, Benito, Sebas, Abiega, Cucó, Inoriza, Manolo, Dueñas o Regúlez completaban una plantilla que consiguió un histórico ascenso. Antes, en el verano de 1976, Shima hizo la pretemporada con los gualdinegros. «Jugué tres o cuatro partidos amistosos con el Barakaldo, pero no veía que yo llegase a aquel nivel de Tercera».
Sin embargo, pronto recabó diversas enseñanzas que no abarcaban únicamente lo balompédico. Según cuenta Shima, «antes de salir de Japón yo pensaba que me iba a España y resulta que al entrenar con el Barakaldo, una de las primeras cosas que me dijeron mis compañeros es que el País Vasco no es España. A mí me extrañó mucho, no tenía nada de conocimiento sobre la historia, pero poco a poco fui aprendiendo».
Su primera experiencia en Ezkerraldea fue corta pero intensa, aprovechando sus vacaciones de verano en la universidad. «Estuve tres meses jugando con el Barakaldo, pero el entrenador no me decía nada sobre mi nivel, creo que juzgaba que no daba la talla del fútbol europeo. No sabía nada de castellano, únicamente los tacos. Tenía que volver a Japón para terminar mi carrera y usando un diccionario le pregunté al entrenador por mi nivel. Tras una larga charla me dijo que viniera cuando quisiera, esas fueron sus últimas palabras».
Una frase que se le quedó grabada, por lo que una vez concluido su periplo académico en marzo de 1979, volvió a coger las maletas y se plantó de nuevo en Lasesarre. «Pensé que podía mejorar. Volví a Barakaldo pero tras un año de entrenos dejé el fútbol. Estaba un poco triste y valoré que tenía que dejarlo porque no daba el nivel». Sin embargo, mantuvo el contacto con algunos compañeros, como los entrenamientos que realizó con Rojo II durante una visita de este a Japón.
Su idilio con Euskal Herria ya era para siempre. Así, en 2006 «me di cuenta de que habían pasado casi 30 años de mi primera visita y pensé que debía hacer algo. Consulté páginas webs para ver que había un montón de sociedades y organizaciones de amistad con España o Catalunya, pero no había ninguna relacionada con el País Vasco. Mi corazón me dijo entonces que tenía que crear algo».
Shima creó la Sociedad Vasco-Japonesa utilizando una página web como primera plataforma para divulgar sus conocimientos sobre Euskal Herria. Sin embargo, pronto se le quedó pequeña y «me puse en contacto con Sho Hagio, profesor número uno en conocimientos sobre Euskal Herria y euskara en Japón, para dar el salto desde la web hasta un local. Tenemos 41 miembros, todos japoneses a los que nos gusta Euskal Herria. Y además, aparte de esto, tenemos la Euskal Etxea de Tokio, un lugar más amplio donde nos reunimos, hablamos y se organizan cenas, comidas y las clases de euskara».
Otro hilo conductor de su relación con nuestro país sigue siendo el fútbol. «Los clubes profesionales, universitarios o escolares me piden regularmente el ir a Bilbao para poder jugar algún torneo, conocer nuevos métodos de entrenamiento, instalaciones y poder mejorar su nivel. Por ejemplo, también envié dos jugadores jóvenes del Nagoya Grampus -Teruki Tanaka y Makito Yoshida- a entrenar durante tres meses con la Real Sociedad. Hablé con ellos y la Real los acogió con mucho gusto».
Su equipo es el Athletic, club al que conoció hace casi 40 años y que «me llamó la atención porque solo jugaba con vascos, decidí interesarme más por el país, sus gentes y me sorprendía que cómo un club que solo podía jugar con gente de un lugar de tres millones de habitantes no había bajado nunca. Yo pensé que en Japón se tendría que aprender de eso». Durante una de sus últimas visitas coincidió con el partido de vuelta de la Europa League contra el Manchester United: «Estuve con un equipo universitario japonés, no teníamos entradas pero nos acercamos a ver el ambiente y fue increíble, no había visto nunca algo así».
Cuando Shima emprendió su viaje a Euskal Herria, el fútbol japonés estaba aún muy lejos del profesionalismo. Sin embargo, «desde que nació la Liga en 1992, en todo momento hemos estudiado y aprendido del legado externo. A partir de ello, lo transformamos en algo propio para subir nuestro nivel». Pese a grandes resultados como la medalla de plata en Londres, de cara al Mundial de Brasil considera que «estamos llegando a un punto óptimo, pero Japón todavía no puede derrotar a Alemania, España, Inglaterra, Francia o Italia. Esa es la barrera que tenemos que superar. Son selecciones contra las que tenemos que competir, jugar buenos partidos, pero nos hace falta tiempo».
Cuestionado sobre la reflexión del veterano técnico holandés Guus Hiddink en torno a la excesiva disciplina e inocencia de los equipos asiáticos, Shima lo tiene claro: «La mayoría de los japoneses creen que su equipo tiene que jugar de forma limpia y honorable, aunque pierda, es algo que tenemos profundamente marcado. No quiero que Japón sea campeón con malicia y perdiendo nuestro honor y valores, pero me gustaría que pueda alcanzar las semifinales».

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