Raimundo Fitero
DE REOJO

A pedradas

Nos invade una ola de televisión troglodita. Dos televisiones institucionales, TVE y ETB dan muestras de su desprecio por sus conciudadanos. De los tópicos a la degradación más absoluta. Un tipo de televisión despreciativa, que trata a los posibles televidentes a pedradas. O a garrotazos. O a insultos. O a machismos. No es de extrañar que hayan pedido explicaciones en el parlamento. Lo de ETB, con el aberrante título de «Cuadrilla busca cita», es un compendio de imbecilidad machista, degradación, utilización de la mujer como objeto y de los hombres como acumuladores de idiotez y pérdida de raciocinio. Puede ser el peor programa del año. Por estulto, por bisoño, por reprimido, pero a la vez por procaz y vomitivo.

El mecanismo argumental del bodrio es aborrecible: alguien que busca chica, se reúne con su cuadrilla y hacen una especie de casting. Y allí aparecen muchachas en pasarela, mostrado sus posibilidades y respondiendo a las preguntas de una cuadrilla de gilipollas integrales. Vejatorio, impropio de un ente público. Lo malo es que para llegar un programa a nuestros electrodomésticos esenciales pasa por muchos filtros, por muchos despachos, se toman decisiones en diversos estamentos, se produce a lo largo de unas semanas, se enseña internamente y después se emite. Es decir, hay muchos responsables de esta irresponsabilidad. El éxito de los apellidos vascos nos va a traer secuelas de esta bajeza ética.

Lo de «El pueblo más divertido» de TVE entra en un apartado parecido, pero quizás más rural, aquí habría que despedir a pedradas al equipo directivo, de producción, de guionistas, y así sucesivamente, hasta tirar por el campanario metafórico a los presentadores que además de llevarse una pasta por entrega (trece mil euros denuncian los sindicatos que se lleva Mariló Montero), son malos de solemnidad. Millán Salcedo haciendo entrevistas es como si ponen a Esperanza Aguirre a dirigir el tráfico en Madrid. No hay manera de engancharse, ni siquiera siendo paisano de los pueblos concursantes. En este caso puede crear cabreo. La respuesta ante esta catetada de la audiencia es de desprecio absoluto. Un ocho por ciento. Un fiasco que pagamos todos.