Maite SOROA
msoroa@gara.net
PAPEREZKO LUPA

¿Será un rey sin reino?

Parece que hoy es el día en que el Borbón senior le pasa la corona al Borbón junior. Lo que no está muy claro es si el nuevo monarca va a tener algo sobre lo que reinar. En la derechona no lo tienen claro, como demuestra el artículo de Rafael Núñez Huesca en «Elsemanaldigital», donde se refiere a la consulta que van a celebrar en Catalunya y se queja porque «son muchos los españoles que han tragado con la fórmula envenenada del derecho a decidir». ¿Envenenada? Algunos ven la democracia y salen pitando, no sea que se contagien... Cuenta el tal Núñez que sus convecinos del infraebro «no hubieran aceptado la independencia, pero una `consulta', presentada como la quintaesencia de la virtud democrática, eso es diferente. ¿Cómo negarle a alguien un `derecho', más si ese derecho sólo implica poder `decidir'?». Pues sí es una buena pregunta, cómo negarle a alguien ejercer ese derecho. Pues siendo un fachoso.

Insiste en que esas dos palabras, «derecho» y «decidir», están «cargadas de un contenido emocional positivo que han tenido el predicamento que nunca tuvieron las trece letras de la voz `independencia'», de modo que «el nacionalismo ha tocado la tecla exacta ampliando así extraordinariamente su ámbito de influencia». Algo que no le hace gracia, como se adivina en el siguiente párrafo: «tenemos, por tanto, a un importante número de españoles dispuestos a que una parte decida si bajamos la persiana de la historia para esta vieja nación. Otros están dispuestos a lo mismo con tal de liberarse del insoportable discursito victimista y pedigüeño de los nacionalistas. Y otro buen puñado de españoles, por lo general adscritos a la derecha política, concederían gustosos la independencia a todo el que la reclamase por el solo hecho de reclamarla: no merece ser español quien no está dispuesto a serlo». Pues todas y todos tan contentos, ¿no?. Va a ser que no. Así explica Núñez su desazón: «la amputación de una parte del cuerpo nacional no supondría sino el principio del problema. Y no solo por desatar nuevos conflictos, también, y sobre todo, por el gravísimo precedente creado y sus incontrolables consecuencias. ¿Con qué legitimidad se impediría una futura escisión vasca (y la posterior operación sobre Navarra)?, ¿y la escisión gallega?, ¿y canaria? Ya está preparado el término que describiría tan dramático proceso: Finis Hispaniae». ¿Dramático? Si acaso para Felipito y su corte. Para el resto, será una fiesta.