Maite SOROA
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PAPEREZKO LUPA

(Casi) todos contentos

Repasando las portadas de la prensa del Estado, con algunas excepciones («Deia»: «El nuevo rey no llena», «Noticias de Álava»: «...Rey puesto», «Berria», que reservaba un pequeño rincón a una columna de su portada: «Askotariko protestak monarkiaren aurka, Felipe VI.a koroatzean», o este diario: «Los Borbones apuntalan el régimen de la Transición sin entusiasmo, y en decadencia», y fuera de Euskal Herria, por ejemplo, «El Punt-Avui»: «Borbó de manual»), daba la impresión de que la monarquía española está firmemente asentada en el consenso general.

«El País» reproducía las palabras del recién coronado: «`Una corona íntegra, honesta y transparente'», aunque en el interior las deslucía el análisis de Juan José Millás: «La mayoría de los expertos de la tele insistían en que había sido estupendo porque le había dedicado el trofeo (la Corona), como en los Oscar, a la familia, porque había hablado en él de la unidad de España y esas cosas, o porque había citado a Cervantes. Era un discurso estupendo, en fin, porque había sido previsible hasta el tuétano tanto en el fondo como en la forma, en el caso de que en el fondo se agite otra cosa que no sea la forma. Lo rompedor habría sido que se refiriera a la corrupción, pero no se habla de la cuerda en casa del ahorcado». Pero, en fin, «La voz de Galicia» titulaba «Felipe VI promete ser honesto y ejemplar» (¿había dudas, o qué?). «La Vanguardia» titulaba «Un rey para un tiempo nuevo», igual que «Diario de Navarra» y «El Diario Vasco». En la misma casa, «Abc», brevemente, «Felipe VI, Rey». «La Razón» abría su «edición especial de la proclamación» titulando «Felipe VI de España». Y para concluir la extensa muestra de vasallaje, «El Mundo» decía que Felipe Borbón «marca su hoja de ruta en el Congreso» y titulaba «Felipe VI: `Una Monarquía renovada para un tiempo nuevo'».

Todo controlado. ¿Seguro? Servidora no se las prometería tan felices, pues Federico Jiménez Losantos aplaudía emocionado al Borbón junior. No me digan que no es motivo de preocupación para la monarquía. Decía que no esperaba «un discurso tan extraordinario como el que ayer pronunció nuestro flamante Rey Felipe VI ante las Cortes», e intercalando alguna colleja al abdicado, aseguraba que «En un país enfermo de irresponsabilidad, que el primero de los españoles asuma las suyas, con un horizonte político espeluznante, es digno de admiración». Malo, majestá. Pero bueno, a Fede se le notaba feliz: «Un gran día para España, sí Señor».