Thomas RENGGLI
Redactor de «The FIFA Weekly»
Mundial de Brasil 2014

Una niña llamada Fifa

En Brasil, chapurrear portugués le abre a uno casi todas las puertas: con un bom dia arrancamos una sonrisa al camarero del bufet libre del desayuno; si se prefiere la parquedad, basta con decir oi (hola); si brindamos, acertaremos con saúde (¡salud!); y, en cualquier caso, nunca está de más decir obrigado. En cambio, los radioyentes extranjeros no necesitan saber el idioma local.

Los comentaristas brasileños no dejan apenas lugar a dudas sobre el transcurso y la intensidad del partido. Lo único que radian a un volumen normal son los pases al portero o los saques de banda del equipo defensor. Con cada metro que salva el balón hacia la meta contraria aumenta la euforia del locutor, como si se tratara del crescendo de una pieza musical. Si los jugadores se aproximan al área, los gritos empiezan a doler en los oídos y, en caso de gol, es necesario ponerse tapones, o bajar el volumen: ¡Goooooooooooool! Los decibelios y el ritmo varían según la nacionalidad y el número de vocales del nombre de cada selección.

Mientras que la potencia en Bélgica se mantiene a niveles europeos, en el caso de ¡Cooooostaaaaa Riiiiicaaaaa! se desata la locura. Pero, ¿quién hubiera dicho que los `Ticos' marcarían más de una vez en el Mundial? Parece que, ya en el bautizo, los padres brasileños piensan que sus hijos protagonizarán algún día los programas deportivos de radio: Marcelinho, Paulinho, Ronaldinho y Robinho ofrecen muchas posibilidades a los comentaristas; y Zico, Cafú y, por supuesto, Pelé, son formas de honrar a ídolos inmensos que sin embargo caben en dos sílabas. En cambio, quien le plantó el apodo a Hulk no era consciente de la responsabilidad que tenía. Seguramente se remitió a la legislación nacional, que concede total libertad en lo que a nombres se refiere, siempre que la palabra sea más o menos corriente o se encuentre en el diccionario.

Así, tenemos un hombre llamado Oceano Índico Pacífico. Los padres con cultura alemana tienen predilección por Muller. Y para los supersticiosos también valen los números: Um Dois Três no se refiere a un programa infantil de televisión, sino a algún que otro niño. En nueve meses se espera de los brasileños mucha inventiva, ya que -como sucede cada año en noviembre, 40 semanas tras el carnaval- se dice que en abril de 2015 habrá un baby boom. Ya se habla de los bebés copa como consecuencia de estos intensos días (y noches). Una encuesta realizada en Copacabana reveló que, para niña, un nombre domina sobre el resto: Fifa.