ALBERTO PRADILLA
Kazetaria
TXOKOTIK

Ya falta menos

Dentro de exactamente una semana, los más aguerridos sanfermineros se encontrarán regresando a casa en esa penosa pero heróica procesión, digna de «The Walking Dead», que sucede a la primera jornada festiva. Esa retirada inicial, tambaleante y exhausta, pero feliz, que llega acompañada de la promesa de tener ocho legendarios días por delante. Al mismo tiempo, uniformes blancos e impolutos estarán preparándose para el segundo asalto. Los Sanfermines, ese microcosmos que todo lo absorbe y que todo lo puede, ya están de vuelta. No queda nada. Y desde hoy mismo, con más intensidad si cabe, uno no puede dejar de pensar en ese mítico instante en el que, enfundados de blanco y con el pañuelo al cuello, nos lancemos a tomar la calle y bebernos la vida. Ya falta menos.

Aún a riesgo de caer en la caricatura del «demasiada pasión por lo suyo», reivindico la semana presanferminera como el primer gran «momentico» festivo. Desde las compras compulsivas de fritanga y cervezas hasta ese instante mágico en el que desempolvas el uniforme blanco y sus manchas, que lucen como heridas de guerra de aquella noche interminable. Desde la jornada preapocalíptica del 5 de julio hasta los encuentros casuales que terminan con un «almorzamos el 8», «píllame entradas para los toros el 10» o «te toca turno en Gora Iruñea el 14». Rituales mágicos que siempre me recuerdan lo que decía un colega hace un par de años, extasiado de tanto «sanferminor»: «Imagínate que es 6 de julio y no eres de Iruñea».

Insisto, por si no lo he dicho suficiente, en que ya no queda nada. Con el añadido de que este año los sanfermines llegan con un doble «ya falta menos». Porque a la cuenta atrás festiva se le añade el cronómetro que marca el fin del régimen que ha dominado Nafarroa en las últimas décadas. En nuestra pequeña Belfast, donde estos mágicos días de julio y Osasuna son algunos de los pocos espacios transversales, no tengo ninguna duda de que las fiestas reflejarán el hastío hacia quienes nos han dirigido como un cortijo y, también, simbolizarán la construcción de alternativas. La Pamplona monocolor y gobernada por CANallas tiene los días contados. Así que aprovechemos cada instante para recordárselo a la cara y conspiremos, todo lo que esté en nuestras manos, para que los sanfermines de 2015 sean los de una Iruñea democrática, euskaldun y feminista. Ya falta menos.