El Pipa olfatea la semifinal
Un remate de ariete puro del delantero del Nápoles dio el pase a una Argentina que sesteó tras el descanso.

ARGENTINA 1
BÉLGICA 0
Centro de las críticas por no haber anotado en los anteriores encuentros disputados por Argentina, Gonzalo Higuaín se desquitó de sus censores marcando un tempranero gol que le permite a Argentina acceder a las semifinales veinticuatro años después. El Pipa no solo anotó esa decisiva diana, sino que fue el mejor del partido, generando un buen número de acciones individuales -otra acabó repeliéndola el larguero- y siendo el mayor quebradero de cabeza para la defensa rival.
En sintonía con su delantero centro, la escuadra albiceleste fue superior al combinado belga, especialmente durante los primeros cuarenta y cinco minutos -sus mejores del campeonato-, pero se acomodó en la segunda parte. Sin embargo, Bélgica, de la que se esperaba bastante más, aunque tiene mucho recorrido para las siguientes citas oficiales, no supo sacar tajada del paso atrás argentino y se empecinó en el juego aéreo.
Se podría decir que el encuentro copió algunos detalles de lo que habían sido los dos anteriores envites de cuartos. Como Alemania, Argentina también marcó pronto para después nadar y guardar la ropa e incluso copió a Brasil protagonizando la mejor primera mitad en lo que va de campeonato. Sin que ninguna de las tres selecciones campeonas mundiales hayan dejado trazas dictatoriales sobre sus oponentes, lo cierto es que parecen irle cogiendo el tono al ritmo competitivo necesario llegados a estas alturas del torneo.
Con cambios en la parte de atrás -alguno obligado por el sancionado Rojo-, los de Alejandro Sabella ganaron en prestaciones defensivas frente a las torres belgas. El cuadro centroeuropeo, en el que se habían puesto muchas expectativas para romper la hegemonía de los de siempre, no respondió al reto y acabó incluso traicionando su propia idea de juego.
Pelotazo belga
El recurso del pelotazo fue la tónica en la que, a medida que pasaban los minutos, los de Marc Wilmots terminaron sucumbiendo, hasta el punto de retirar a Hazard y colocar a Van Buyten de palomero. No les sirvió de mucho esta táctica frente a otras fases de mejor fútbol -mediada la segunda parte- en las que sí intentó abrir el balón a banda -con el incorporado Mertens- y centrar, que es cuando más sufrió Argentina a la hora de defender esos balones, o bien chutar desde el borde del área, como lo intentó De Bruyne.
Claro que también los sudamericanos pudieron dejar finiquitado el choque con las rápidas salidas de Palacio y Messi. El de Rosario tuvo en el descuento una inmejorable oportunidad de romper la mala racha particular que mantiene cada vez que se planta ante Courtois, al que todavía no ha conseguido batir. A la postre, no fue necesaria la aportación de la Pulga para que Argentina se uniese a un cuadro de semifinales que apunta a tradición y solera en la historia de la Copa del Mundo de fútbol.
Tuvo que pasar casi un cuarto de siglo
Desde el Mundial de Italia de 1990 -perdió la final ante Alemania Federal-, Argentina no alcanzaba unas semifinales, demasiado tiempo para una selección habitual en la Copa del Mundo y que la ha levantado en dos ocasiones, la primera en la cita en la que fue anfitrión (1978) y posteriormente en México (1986), de la mano de un pletórico Maradona.
Con la de ayer, la escuadra albiceleste consiguió su quinto pase a semifinales -Uruguay 1930, Argentina 1978, México 1986 e Italia 1990 fueron las anteriores- y poner sobre aviso a sus rivales. Siempre que los sudamericanos han llegado a esta fase competitiva han acabado superándola y plantándose en la final. Una estadística que es toda una dosis de moral para el grupo liderado por Lionel Messi -el Mundial es el único gran título que le falta en su palmarés- y para un país que vive el fútbol como si fuese una religión.
Argentina, en todo caso, tendrá que pulir algo más sus prestaciones ahora que llega la hora de la verdad y confiar en recuperar a Ángel Di María, que se retiró por una lesión muscular.
N.M.

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