Alvaro HILARIO
Udate

Muñatones, casa torre con rango de castillo

Hasta el próximo 15 de setiembre, el Castillo de Muñatones -parte del mayorazgo personal del pariente mayor y primer cronista de Bizkaia Lope García de Salazar (Muskiz, 1399-1476)- podrá ser visitado todos los domingos. La visita no suele ser habitual, ya que el inmueble está rodeado por terrenos propiedad de Petronor, una dificultad muchas veces insalvable. Quien lo desee puede completar la visita conociendo la ferrería de El Pobal, construida por Ochoa de Salazar, nieto de Lope.

La importancia del antiguo Concejo de Muskiz, formado por diez barrios y parte integrante del valle de Somorrostro, residía en su estratégica ubicación geográfica (en la desembocadura del río Barbadun, cerca del límite con Cantabria) y en las actividades económicas derivadas de la extracción y transformación del mineral de hierro. Tanto una como otra eran controladas por el linaje de los Salazar desde la casa-torre de San Martín, conocida hoy en día como Castillo de Muñatones.

Situado en el barrio de San Martín, junto a la N-634 (GPS: 43º 19' 26,86'') y la refinería de Petronor, fue construido en varias fases a lo largo de los siglos XIV y XV, esta que en su momento fue conocida como la Torre de San Martín, recibe la denominación de castillo -desde el siglo XIX y por influencia del Romanticismo- gracias a su sistema de murallas exteriores. El conjunto que forma con el palacio contiguo fue declarado Monumento Histórico-artístico en 1944.

La construcción de esta casa-torre comenzó en 1339 por iniciativa del matrimonio compuesto por Juan López de Salazar e Inés de Muñatones, quienes eligieron un estratégico emplazamiento, en el solar de San Martín, situado en aquellos tiempos junto a un puerto fluvial y la calzada costera que unía Portugalete con Castro Urdiales, permitiéndoles controlar la circulación de mercancías, especialmente el mineral de hierro extraído en los cercanos Montes de Triano.

Torre de San Martín

La primitiva fortaleza de San Martín estaba constituida por la torre de planta cuadrangular que, en la actualidad, tiene una altura de 20 metros, correspondientes a dos plantas y el arranque de una tercera. Sus muros de sillarejo y sillería alcanzan un grosor considerable (1,10 metros).

La planta baja carece de acceso desde el exterior, siendo sus únicas luces tres aspilleras cuya finalidad principal era la iluminación y no la defensa. Muñatones es, de hecho, la única casa-torre de Bizkaia sin acceso en la planta baja. La entrada, una puerta de arco ojival, apuntado, a la que se llegaba con una escalera de mano, se encuentra en el primer piso, el residencial. Este es el más alto de la torre, alcanzando casi dos tercios del alzado total del edificio. La gran altura de esta planta crearía problemas de iluminación, por lo que se hizo necesaria la apertura de luceros anchos en la zona más alta, muy próximos al suelo de la planta superior. Sobre esta última solo había una azotea almenada.

En el año 1359, Juan Sánchez de Salazar emprendió las obras de la primera muralla.

Primer cronista de Bizkaia

En 1439 muere Ochoa, heredando la torre su hijo Lope García de Salazar. Este contrajo matrimonio con doña Juana de Butrón y Múgica, hija de Gonzálo Gómez de Butrón, en 1425. La pareja tuvo seis hijos y tres hijas.

Lope, pariente mayor del bando oñacino, llevo una ajetreada vida en lo político y en lo familiar. En 1457 y por espacio de cuatro años, fue desterrado en el campo de Gibralpor Enrique IV de Castilla, quien había entrado a mediar en las luchas de bandos. Moriría envenenado en su torre, en 1476, donde se encontraba encerrado por sus descendientes.

Además, Lope García de Salazar ha pasado a la historia en condición de primer cronista de Bizkaia, dejando dos obras para la posterioridad: la «Crónica de Vizcaya», publicada parcialmente bajo el título de «Crónica de siete casas de Vizcaya y Castilla» (1454) y «Bienandanzas e Fortunas», 25 tomos escritos durante su cautiverio en la torre de San Martín, en Muñatones, cuando se hallaba ya «desafuziado de la esperanza de los que son cautivos en tierra de moros que esperan salir por redención de sus bienes e por limosnas de buenas gentes».

En 1454, Lope desmochó la torre que ya existía y la rodeó, forró, con una nueva. De hecho, por los vanos pueden observarse los muros de las dos torres. También la elevó hasta alcanzar las cuatro alturas, rematándola con una terraza defendida por un pretil y dotada de dos torrecillas en los ángulos. Todo el conjunto fue rodeado por dos murallas, una de gran altura y otra más discreta.

El nuevo conjunto resultante era sustancialmente diferente al heredado. La torre mantuvo su planta rectangular, aunque al trasladarse la fachada principal a una de las que, en origen, fueran laterales, el volumen resultante fue ligeramente más profundo que ancho, hecho habitual en las torres urbanas pero bastante insólito en las rurales. Su altura hoy ronda los veinticinco metros, aunque fue aún más elevada; con todo, es la más alta de Bizkaia. Con estas obras, los muros, aparejados en sillarejo calizo, obtuvieron un grosor de 2.80 metros.

Si la planta baja, que carecía de acceso, era ya bien hermética, tras las reformas de Lope García de Salazar ese carácter se acentuó al tapiarse las aspilleras y sustituir estas por un solo vano con dintel.

La iluminación de la planta residencial también fue alterada, ya que la entrada primigenia fue cegada y sustituida por otra en la que hasta entonces había sido la cara derecha.

La última intervención del castillo fue de menor entidad que las anteriores. El heredero de Lope, Juan Salazar, reformó el tercer piso residencial, sustituyó la terraza por un camarote de madera y un tejado a cuatro aguas, construyó diversos edificios en el patio y reforzó la muralla exterior, dotándola de cubos y torres circulares y ampliando el foso.

Visitas guiadas

La construcción de la refinería de Petronor, realizada de modo ilegal, llevó aparejada la venta a esta por parte de la Diputación de Bizkaia del palacio renacentista y de los terrenos que rodean el castillo, haciendo imposible la entrada de la ciudadanía a un bien público. Es por eso que las visitas programadas por la Diputación para los domingos de verano cobran una relevancia especial.

Las visitas guiadas son a las 11.00 y 12.30, estando la entrada a 3 euros. Los grupos escolares (mayo, junio, julio y octubre) efectúan sus visitas de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 19.00, siendo la entrada de un euro por estudiante.

Existe la posibilidad de combinar la visita a Muñatones con la ferrería de El Pobal (4 euros). Aunque fue construida a finales del XVI por los Salazar, fueron las obras que en el siglo XVII realizara Simón de La Cuadra las que le dieron su apariencia actual. En el año 2004 se realizaron diversos trabajos para restaurarla por completo.

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