A menudo llueven hostias

Llego a Iruñea y tengo la sensación de que el tiempo no pasa, de vivir en un deja vù. Piso Alde Zaharra y entre birra y kalimotxo suena Evaristo: «Mil colegas quedan tiraos por el camino» y día a día los colegas van cayendo. No sé cuántos van a quedar, pero son pocos los que aguantan los nueve días de jaia. A alguno, no tan colega, lo tenemos que soportar también durante estos días.
Abro los ojos el día 6 y lo primero que veo es una masa de Policía Municipal que tras una larga pretemporada llega en plena forma a uno de los objetivos prioritarios del año. Repartir estopa en sanfermines. Todos ellos encabezados por nuestro particular jefe Wiggum, que no se pierde las grandes citas de su equipo. Sin embargo, como si de la defensa de la canarinha se tratase, recibió una buena goleada e Iruñea volvió a tener la censurada ikurriña en la plaza del Ayuntamiento. 7-0. Ni el gol de la honrilla para el equipo de amarillo.
El día 7 ya queda algún amigo menos. Me despierto y me encuentro a un señor disfrazado del muñeco del Monopoli que asegura que los iruindarras le hemos votado. Junto a él, hombres con largos vestidos de época. La imagen no es en blanco y negro, pero no estoy seguro de que este teatro siga vivo. Miro al calendario y lo confirmo. 2014. El policía de los Simpsons no anda lejos, ya que protestar va contra el espíritu de las fiestas de Pamplona, que no de Iruñea. Solo han desaparecido de la línea de seguridad del encierro. 200 euros que han recaudado. Almuerzo fundicional.
El tiempo sigue estancado y los sanfermines de 2015 parecen estar muy lejos. Normal. De este año al próximo no hay 365 días, hay una diferencia entre dos modelos de Iruñea y algo así como 78 años. Una caduca y que disfruta de sus últimos paseos bastón en mano (¡hay que ver cómo se desenvuelven los de amarillo con el bastón!) y otra que debe devolver al pueblo lo que es suyo. Pero no les queda nada. Ferraz se ha quedado sin voz después de tantos gritos sordos. La afonía les va a durar años.
El olor sanferminero a podrido tiene los días contados. La lluvia caída estos días se ha presentado como una buena metáfora de la limpia que necesita Iruñea y que tan visible se hace también en julio. Todo hay que decir, cada vez huele menos.
Los días pasan, hay quien se muestra con fuerzas renovadas, pero La Polla sigue sonando: «Ellos dicen mierda», y aunque a menudo llueva (o lluevan hostias), hace tiempo que Iruñea dejó de decir amén y que apuesta por unas fiestas por y para el pueblo. Gora Iruñea!

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