Por fin encontramos una bebida que esté a nuestro altura para refrescar nuestros gaznates! El gin-tonic se está imponiendo en nuestras fiestas. Bien es cierto que persiste la bárbara costumbre de beber (y arrojarse por encima) el kalimotxo a pozales y que nuestros queridos visitantes insisten en echarse al coleto ese líquido infumable que llaman sangría y que tiene el mismo nombre que nuestro bienamado jefe de la Policía Municipal. Es cierto. Pero también es cierto que cada vez somos más quienes bebemos gin-tonic, esa deliciosa mezcla de ginebra y tónica que hace que dos líquidos que por separado saben mal alcancen una simbiosis celestial.

El hielo en abundancia convierte el cóctel en una experiencia extremadamente refrescante, incluso en estos sanfermines inusualmente fríos que hemos tenido este año. Una rodajita de pepino hace que la mezcla sea sublime y algún botánico más convierte el brebaje en toda una experiencia.

Ya está bien de beber porquerías, que tenemos una edad y no estamos para muchos trotes. Si se ha de alternar, hay que hacerlo con clase. Y un gin-tonic tiene todo el glamour del Imperio Británico, como bien se aprecia en las ediciones especiales de Beefeater, con Union Jack a todo trapo. Aunque la ginebra de moda en estas fiestas, sin duda, ha sido su competidora Seagram.