La novela de Pierre Boulle dio lugar a una de las sagas de ciencia-ficción más sorprendentes, hasta el punto de que no se agotó con las continuaciones que siguieron al clásico de 1968 realizado por Franklin J. Schaffner. Tim Burton lo sabía e hizo un remake de «El planeta de los simios» en 2001, que al resultar fallido dejaba la puerta abierta a otros posibles intentos.

Y así fue cómo diez años después se estrenaba «El origen del planeta de los simios», que planteaba un reinicio de cara a una nueva franquicia. Los ejecutivos de los grandes estudios van aprendiendo la lección, y ya empiezan a ser conscientes de que para asegurar la continuidad de una franquicia la segunda entrega ha de superar a la primera, tal como demostró George Lucas con «El imperio contraataca».

El rey de los monos

«El amanecer del planeta de los simios» está siendo recibida por público y crítica como una película superior a su precedente, gracias a que esta vez la dirección se ha puesto en manos del cinéfilo Matt Reeves, un perfecto conocedor de la obra original, que ya ha demostrado su capacidad de reinvención en «Monstruoso» y «Déjame entrar».

Su mayor acierto ha sido aliarse con otro genio, en este caso de la interpretación, como lo es Andy Serkis. Si en la ficción lidera, en el papel de César, a los primates, dentro de su trabajo también cumple con esa misma función de liderazgo. Serkis se ha convertido en la voz autorizada de los actores de «captura de movimiento», reivindicando la expresión humana por encima de la tecnología que la enmascara.

Por dicho motivo su trabajo en «El amanecer del planeta de los simios» puede ser el definitivo, por cuanto transmite emociones que un personaje enteramente generado por ordenador no podría. En cuanto se plantea la guerra con los humanos, es César quien lleva las negociaciones, aunque en definitiva es el instinto de supervivencia el que ha de prevalecer. Los simios han sido alterados genéticamente y, para su desgracia, se han vuelto algo humanos.